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Escocia

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MARTES 2 DE AGOSTO…….4ª DIA……LONDRES


LOS OJOS DE LONDRES….


Hoy a priori teníamos el día completo, y sin movernos de la ciudad. Optamos por coger el pase diario de bus, más barato que el de metro, (4.50 euros) y nos fuimos hacia el museo Británico que además es gratis.
Desde siempre todo lo relacionado con Egipto me ha fascinado y si algún lugar tiene la colección más inmensa de arte egipcio, este es el museo Británico. Mucho control en la entrada, te revisan hasta el monedero. Al entrar, primera duda… ¿por donde empezar?
Con la ayuda de un plano decidimos empezar por mi debilidad. Egipto.
El museo tiene 3 plantas, y en cada planta un montón de salas con diferentes estilos y países.

Lo primero que vimos, fue la piedra roseta, descubierta en 1799 y que data del año 195 a.c. Está protegida por un cristal, para que nadie la toque, y todos los turistas que accedíamos al museo nos fotografiábamos con ella.

Una especie de escalofrío se apodero de mí, mientras me paseaba por aquellas salas llenas de esculturas, de sarcófagos, de imágenes, robadas, compradas o expoliadas de Egipto.
En la sala de las momias y sarcófagos, se queda uno con la boca abierta. En cada sala, una exclamación más de asombro. Impresionante todo lo que hay alli. Al llegar a la zona de Grecia, el asombro es mayor. El Partenón griego se haya en una sala inmensa en el museo. Recorrer sus estancias es realizar una clase práctica de culturas, civilizaciones, arte….se empacha uno de arte.
Grecia, Mesopotania, Roma, Egipto, Asia, América…..todo el mundo tiene su lugar en el museo. Hay además salas pequeñas con colecciones de relojes, de armas…
El museo es para estar todo un día, y otro, y más…y volver cada día a contemplar una sala, o un país…pero el tiempo no era de lo que mas teníamos, y con mi curiosidad algo más calmada, nos fuimos del museo hacia el Hyde Park.

Queríamos entrar por el Speak Corner, pero esta algo complicado acceder directamente. En esa esquina, pero fuera del parque se encuentra el Marble Arch, y para verlo de cerca o acceder al parque, hay una serie de pasos subterraneos, que te llevan al lugar.
No se puede acceder por la calle, el tráfico es intenso y no hay semáforos que cedan el paso.
En el Speak corner, un chico de color, subido a una caja, intentaba captar la atención con poco éxito de los que por ahí pasabamos.

Paseando por la inmensidad del parque, nos tumbamos a la sombra de unos árboles a descansar un poco, y a intentar divisar las ardillas.
Mas al sur del parque hay un lago, donde los patos, cisnes y demás aves, se te acercan buscando que les des algo de comida. Poco antes de salir del parque, conseguí dar de comer a las ardillas que se te acercan tranquilamente. Como un chiquillo.

Salimos por la Kensington road, encontrándonos de lleno en una zona llena de embajadas y de oficinas. Comimos en un bar restaurante, y nos fuimos hacia el London Eye.
Antes de llegar a la noria, nos detuvimos en Downing Street, la calle en la que está la residencia del primer ministro Británico. El famoso número 10, tan solo es visible por las rendijas que dejan las enormes vallas de seguridad que flanquean la entrada a la calle. Con el estado en que se encontraba la ciudad por los atentados, la entrada a la calle estaba protegida por una tanqueta policial y varios agentes armados hasta los dientes. Sin embargo a los turistas que curioseábamos en la entrada, no nos dijeron nada.

Subir a la noria vale 18 euros, y el viaje dura 30 minutos, a paso lento, muy lento. Tan solo hicimos 10 minutos de cola, pasamos por dos controles y entramos en una especie de cabina ovalada, en la que cabían unas 20 personas.
Poco a poco te vas elevando, y ante ti aparece Londres en su inmensidad, en su plenitud. Disfrutamos de un día de sol, y las vistas eran increíbles. El parlamento, el Big Ben, Buckhingham, los parques, el río… la vista es impresionante y de veras, que aunque sea una turistada, vale la pena el subirse.
Al salir del ojo, unas chicas entran con unos detectores de metales, a inspeccionar la cabina.

Seguimos paseando por la ribera del río, donde las estatuas humanas y los showman callejeros daban color al paseo.
Cruzamos el puente de Hungerford para adentrarnos en la zona de Times Square, contemplando la imponente columna de Nelson. En el centro de la plaza, un grupo de bailarines estaba ensayando una actuación. Nos adentramos por la zona del Covent Garden, lugar donde se ubican la mayoría de teatros de Londres.
El mercado estaba cerrado, pero en su exterior una multitud de terrazas, casi todas llenas, le daban un ambiente de fiesta eterno.
Londres tiene un encanto especial. Es diferente de todas las ciudades europeas que conozco. Quizás es por su magia, por el encanto de la mezcla de culturas, por la fama de sus espectáculos…no se muy bien el que…pero tiene algo especial.

Y estar en Londres y no ir a un espectáculo, es casi un pecado. Hace meses escuché en un programa de radio que el musical El Rey León era espectacular en su puesta de escena. Y como la cartelera de Londres era extensísima, y no sabía por cual musical decidirme, opté por hacer caso de la radio y encargar dos entradas para el Rey León.
No me equivoqué…

Como el argumento es fácil de seguir, pues la película es tremendamente popular, es un musical tremendamente recomendable. Las entradas me costaron 72 euros cada una, y a pesar de reservarles con mas de 2 meses de antelación, un sobre con mi nombre me esperaba en la taquilla del Lyceum Theatre. Padres con niños en su mayoría, eran el público predominante, y nada mas empezar el espectáculo, con la famosa escena de la presentación de Simba, se me puso la piel de gallina. Los animales están milagrosamente bien representados, los decorados, las canciones en directo,… todo es un espectáculo…UN GRAN ESPECTACULO.

A la salida, caminamos un rato, hasta que decidimos tomar un autobús, para regresar a nuestro hotel.

Mañana partíamos hacia Escocia, hacia Glasgow, y la parada que hicimos en Londres, se transformó en un deseo. Volver. Londres merece más de una visita

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20/07/2007ir arriba
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