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Escocia

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DOMINGO 31 DE JULIO……..DIA 2º…….LONDRES


LOS CUERVOS Y LAS JOYAS

El desayuno en el hotel era tan solo aceptable. Cereales, tostadas con mantequilla y mermelada, zumo de naranja de pote de mal sabor y bollería fresca de hace diez días. Todo ello servido por dos chicas rusas que eran las que atendían a los huéspedes.

Desayunamos rápido para poder emprender la excursión al aeropuerto de Heathrow, para recoger mi carné.

El metro de Londres, el Tube, es caro, y si se viaja en hora punta más. Un abono diario vale 9 euros si se compra antes de las 9 horas (hora punta). Si se compra después de las 9 horas vale 2 euros menos. Un billete sencillo cuesta 3.5 euros. La presencia policial en el metro era aun mas exagerada que en las estaciones de tren, y aunque era domingo el trasiego de gente es grande. Para ir a Heathrow teníamos metro aunque tuvimos que cambiar de línea. La línea circular o amarilla que da vueltas por todo el centro de Londres permanecía cerrada desde los atentados y algunas estaciones de otras líneas también. En cada estación había paneles que indicaban que líneas o estaciones estaban parcialmente fuera de servicio.

Llegamos a la inmensidad de Heathrow y después de preguntar en la oficina de Iberia donde estaba la terminal de carga, nueva excursión. Debíamos ir a la terminal 4, coger un metro desde donde estábamos para dirigirnos a la terminal y desde alli un autobús que nos llevaría a un polígono que es donde están las oficinas de Iberia Cargo. Nadie sabía que autobús era y después de preguntar a varias personas y con la ayuda de unos paneles informativos nos arriesgamos a subir a uno, sin saber muy bien en que lugar debíamos bajarnos.
El conductor del autobús no sabia muy bien en que dirección estaban las oficinas de Iberia Cargo y con la ayuda de otro pasajero que estaba en el autobús, nos indicaron que bajásemos en una parada y preguntásemos…preguntásemos….aquello era como un polígono industrial en festivo…desierto.
Tuvimos esa suerte que solo ocurre a veces, pues a un camionero que estaba por ahí le preguntamos por la dichosa oficina, y milagro…estaba a 50 metros de nosotros, oculta por un inmenso trailer.
Después de rellenar un formulario, pagar una pequeña tasa y hacer cola en el muelle de carga, al fin, tenía mi carné conmigo. Problema resuelto

Regresamos con el autobús al aeropuerto para desde allí coger de nuevo el metro que nos llevara al centro de la ciudad y concretamente a la torre de Londres que era nuestra nueva parada.
Por error bajamos una estación de metro antes, aunque ello nos permitió caminar por la ribera del Támesis, observando la silueta del puente de Londres que teníamos enfrente.
Compramos las entradas para la Torre, que también son algo caras, 21.75 euros cada una. En la mayoría de sitios el carné de estudiante te permite obtener descuento en las entradas. La entrada de estudiante vale 16.50. Antes de entrar comimos un bocata en la cafetería que esta en el exterior y antes de que los inmensos grupos de turistas que hacían cola entraran, entramos nosotros.

La torre de Londres es un inmenso recinto con varios edificios para visitar. Sirvió de prisión para varios personajes ilustres y ahora es famoso por que en su interior están las joyas de la corona. La entrada principal es por la puerta oeste, y en el interior se tiene la impresión de estar en un pequeño pueblo medieval, lleno de turistas eso si. Subimos al paseo de la muralla viendo todo el recinto desde las alturas. El paseo se va alternando con entradas a las torres y a las diferentes salas que se encuentran a su paso. El palacio medieval que fue residencia de algunos reyes y reinas se nos iba mostrando a nuestro paso.

Luego nos encaminamos hacia la sala donde están las joyas de la corona inglesa: sus coronas, diamantes y espadas que aún son usadas por la familia real. Para que la gente no se amontone, la visita a las joyas se hace por encima de una pasarela que a ritmo lento se va moviendo impidiendo que las personas se amontonen por largo espacio de tiempo. Vaya joyas y vaya pedruscos…

Al salir de la exposición, en medio del recinto, la torre blanca…la más famosa de todas las torres de Londres, aunque el blanco que tuvo en sus tiempos, ha dejado paso a un color más grisáceo. Entramos en el museo de Fusileros, pero como había que pagarlo aparte, lo vimos desde la entrada y rechazamos la visita.

En el campo de la torre, están los habitantes más famosos... Los cuervos.
Cuervos exageradamente gordos. Supongo que la profecía lanzada por Carlos II, de que el día que los cuervos abandonen la torre, la monarquía se vendría abajo, es motivo suficiente para tenerlos contentos y bien alimentados. En un lateral del campo están las jaulas de los cuervos, con más de ellos dentro.
Mientras descansábamos en un banco a pleno sol, vimos el cambio de guardia de la torre. Más pequeño que el de Buckhingham, pues tan solo se realizaba con 3 guardias, pero cambio de guardia al fin y al cabo.

Quisimos ver la capilla real, pero esta tan solo se abre a partir de las 5 de la tarde y siempre que los vigilantes lo permitan. Esperamos un poco y entramos a verla. Preciosa pequeña capilla.

Otro de los personajes más famosos de la torre de Londres son los guardias alabarderos, también llamados Beefeeaters. Vestidos con una especie de traje túnica gris con ribetes rojos, un sombrero en la cabeza y una corona bordada en el pecho, son los encargados de atender a todos los turistas que les pregunten, mantener el orden y realizar visitas organizadas a los turistas.
La torre de Londres me gustó. Más de lo que me esperaba, y además estaba haciendo buen tiempo, cosa que en Londres es casi un premio.

Al salir de la torre nos dirigimos hacia el puente de Londres. Espectacular. Previo pago se puede subir a el, pero tan solo nos dedicamos a pasear por debajo de el, y alcanzar la otra ribera del río. Paseando por el riverside nos hicimos innumerables fotos con él puente al fondo y pasamos por la City Hall, donde había una exposición en la calle de la contaminación del planeta y un poco mas adelante una sobre la tierra vista desde el cielo...

Nos adentramos por unas galerías comerciales cubiertas preciosas, las Hays, y a través de ellas alcanzamos la calle para tomar un autobús hacia Piccadilly Sreet y desde alli caminar por el Green Park. Un chico estaba recogiendo las tumbonas que a modo de alquiler hay esparcidas por todo el parque. La lluvia empezaba a mostrarse y aun así la gente seguía tumbada en el verde del parque, inmensisimo parque.
A través de el, llegamos a Buckhingham Palace. Lo mejor del palacio, la estatua que esta situada frente a el, y en la que todos los turistas nos subíamos para hacernos una foto al pie de los caballos de mármol.
La presencia policial seguía siendo abundante y tanto en el exterior del palacio como en el interior de el, la policía super armada iba controlando el lugar.

Volvimos de nuevo por el parque, sorteando las gotas de lluvia que caían de los árboles para acercarnos a una pequeña fuente, donde un chico con una guitarra, alegraba el paisaje. De pronto una chica se sentó junto a el, y empezaron los dos a cantar, mientras los turistas que estábamos alrededor lo mirábamos con un cierto aire bucólico.

De fondo la música, el cielo gris amenazando lluvia y una extensa manta verde nos sirvió de apoyo para tumbarnos en el suelo y reposar de la caminata, escuchando los ecos de unas notas de guitarra.

Seguimos nuestra ruta, algo más descansados y nos dirigimos hacia el Soho. Y sorpresa. En el Soho se estaba desarrollando el día del orgullo gay. Los carteles de Soho Pride, tapaban los carteles de las calles. Ambiente de fiesta, de libertad, de reivindicación. Pasear por las calles del Soho era un espectáculo para los ojos.
Con tanta multitud nos costo encontrar un sitio que tuviera mesas libres para cenar, y al final en un italiano en medio del bullicio encontramos un pequeño hueco.
Los Hare Krisna también hacían acto de presencia mientras los olores de orégano inundaban todo el restaurante.

Al terminar la cena, dimos una nueva vuelta por el Soho, con todas las calles cortadas y policías impidiendo el paso a los coches. Mucha algarabía si, pero daba la impresión de que estaba todo bien organizado y controlado.

Regresamos al hotel y a descansar. Los pies echaban humo. Y mañana teníamos una nueva excursión. Pero eso seria mañana.

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