| Cuervos exageradamente gordos. Supongo que la profecía lanzada por Carlos II, de que el día que los cuervos abandonen la torre, la monarquía se vendría abajo, es motivo suficiente para tenerlos contentos y bien alimentados. En un lateral del campo están las jaulas de los cuervos, con más de ellos dentro. Mientras descansábamos en un banco a pleno sol, vimos el cambio de guardia de la torre. Más pequeño que el de Buckhingham, pues tan solo se realizaba con 3 guardias, pero cambio de guardia al fin y al cabo.
Quisimos ver la capilla real, pero esta tan solo se abre a partir de las 5 de la tarde y siempre que los vigilantes lo permitan. Esperamos un poco y entramos a verla. Preciosa pequeña capilla. Otro de los personajes más famosos de la torre de Londres son los guardias alabarderos, también llamados Beefeeaters. Vestidos con una especie de traje túnica gris con ribetes rojos, un sombrero en la cabeza y una corona bordada en el pecho, son los encargados de atender a todos los turistas que les pregunten, mantener el orden y realizar visitas organizadas a los turistas. La torre de Londres me gustó. Más de lo que me esperaba, y además estaba haciendo buen tiempo, cosa que en Londres es casi un premio.
Al salir de la torre nos dirigimos hacia el puente de Londres. Espectacular. Previo pago se puede subir a el, pero tan solo nos dedicamos a pasear por debajo de el, y alcanzar la otra ribera del río. Paseando por el riverside nos hicimos innumerables fotos con él puente al fondo y pasamos por la City Hall, donde había una exposición en la calle de la contaminación del planeta y un poco mas adelante una sobre la tierra vista desde el cielo... Nos adentramos por unas galerías comerciales cubiertas preciosas, las Hays, y a través de ellas alcanzamos la calle para tomar un autobús hacia Piccadilly Sreet y desde alli caminar por el Green Park. Un chico estaba recogiendo las tumbonas que a modo de alquiler hay esparcidas por todo el parque. La lluvia empezaba a mostrarse y aun así la gente seguía tumbada en el verde del parque, inmensisimo parque. A través de el, llegamos a Buckhingham Palace.
Lo mejor del palacio, la estatua que esta situada frente a el, y en la que todos los turistas nos subíamos para hacernos una foto al pie de los caballos de mármol. La presencia policial seguía siendo abundante y tanto en el exterior del palacio como en el interior de el, la policía super armada iba controlando el lugar. Volvimos de nuevo por el parque, sorteando las gotas de lluvia que caían de los árboles para acercarnos a una pequeña fuente, donde un chico con una guitarra, alegraba el paisaje. De pronto una chica se sentó junto a el, y empezaron los dos a cantar, mientras los turistas que estábamos alrededor lo mirábamos con un cierto aire bucólico. De fondo la música, el cielo gris amenazando lluvia y una extensa manta verde nos sirvió de apoyo para tumbarnos en el suelo y reposar de la caminata, escuchando los ecos de unas notas de guitarra.
Seguimos nuestra ruta, algo más descansados y nos dirigimos hacia el Soho. Y sorpresa. En el Soho se estaba desarrollando el día del orgullo gay. Los carteles de Soho Pride, tapaban los carteles de las calles. Ambiente de fiesta, de libertad, de reivindicación. Pasear por las calles del Soho era un espectáculo para los ojos. Con tanta multitud nos costo encontrar un sitio que tuviera mesas libres para cenar, y al final en un italiano en medio del bullicio encontramos un pequeño hueco. Los Hare Krisna también hacían acto de presencia mientras los olores de orégano inundaban todo el restaurante. Al terminar la cena, dimos una nueva vuelta por el Soho, con todas las calles cortadas y policías impidiendo el paso a los coches. Mucha algarabía si, pero daba la impresión de que estaba todo bien organizado y controlado. Regresamos al hotel y a descansar. Los pies echaban humo. Y mañana teníamos una nueva excursión. Pero eso seria mañana.
Continuará... | |