EL PASTO
El pasto tan verde, con olor a soledad, relata el rastro del pasado perverso. El pan llenó cada recoveco banal en el andar de lo adverso. Dedos enanos tocaron el arpa eterna del sendero observado, y pese a todo, las notas representaron solo el deseo por respeto, el deseo de trascender. Esconde las alas, te llevarán y ascenderán al borde de la nada, por ende, acepta el severo control, con rostro acallado y lerdo. Sé cabal y sensato, pero aparéntalo con palabras baratas, carentes de color y de concepto. O sobrelleva en la espalda el erróneo celo por correr desbocado, preso del resplandor borroso, preso del llanto. El sol sale renovado, con candor claro y enternecedor, evocaré ese potente resoplo para volver al ser valeroso, al ser entero, al ser bondadoso, tras tantas batallas estropeadas en vano: “retorno”. El pasado será solo la cadena de dolor perenne, la pantalla dantesca, lacerante de los pasos cansados, y solo eso. No estaré atado al centro tenebroso, separaré entonces las penas, no podré condenarlos a él o a ella. Perdona a todos y perdónate, no encontrarás resplandor y placer tan etéreo. Sé ese ser responsable, atento, noble. Reten y respeta los valores con arrebato sereno. El sendero es para encontrarnos, por ello aparecemos. El eterno presente, está esperando. El pasto relente y transparente… nos bendice dentro su vientre.
