SACRIFICIO DE PADRES GRATITUD DE HIJO
El aula magna de la facultad de La Universidad se había vestido de gala para los actos de la graduación. Uno de los graduandos le había escrito a su madre, que vivía en el interior del país para que viajara y estuviera presente en la ceremonia ya que sería una noche inolvidable para el.
Al principio la madre rehusó la invitación, diciendo que era pobre y que no tenía un vestido adecuado para la ocasión. Pero el hijo insistió suplicante y a la vez resignado, sabía las limitaciones económicas de sus padres, pero al pensar en que su querido y buen hijo se pondría muy contento con su presencia, pensaron que valdría la pena realizar un esfuerzo; por fin la humilde madre hizo los preparativos para viajar, sacó del baúl su antiguo vestido verde y con sumo cuidado la arregló.
Aquella noche en que su hijo recibiría su título ella fue una de las primeras en llegar a la cita, se sentó en primera fila del gran auditorio que posteriormente se vio colmado de público.
Uno por uno los graduandos fueron pasando a la plataforma a medida que se leían los nombres. Cuando llegó el turno al joven de nuestro relato, después de recibir su diploma, fue detenido un instante por el decano de la facultad, quien anunció públicamente y poniendo mayor énfasis en su discurso, que a ese estudiante se le entregaría demás una medalla de oro por ser el alumno más destacado y por consiguiente ocupar el primer puesto de la promoción.
En el momento en que el público reunido aplaudía esa distinción, nuestro joven se dirigió hacia su modesta madre, y le dijo:
-Mamá, esta medalla es para ti, tu la mereces más que yo. Tú trabajaste mucho, lavaste mucha ropa para que yo pudiera venir a estudiar aquí a la ciudad, lo que soy te lo debo a ti mamita- no pudo seguir hablando, sentía quebrársele la voz por la emoción.
Mientras la sufrida madre tomaba la medalla, las lágrimas de ambos la regaban de amor y felicidad.
Muchos padres trataban de disimular la enorme emoción que les causaba aquella hermosa escena;
He aquí la imagen tierna de un hijo agradecido. Quizá el premio mejor y mas valioso para los desvelos de una madre y los esfuerzos de un padre. Como hijos necesitamos aprender la gran lección de gratitud filial. A veces cuan fácilmente tendemos a olvidar la obra que nuestros padres han hecho por nosotros. Sin embargo, con un poco de sacrificio podríamos hacerlos inmensamente felices.