Es un ardor vegetal, con aroma de hojas recién cortadas, el que se esparce por mi rostro tras las consabidas palmadas después del afeitado. Un ardor que paulatinamente va desapareciendo para dejar la cara hidratada; oliendo bien. Fina como la piel de un bebé; tersa como el muslo de una stripper. Es el diario ritual del adecentamiento que los hombres realizamos para estar presentables, como las damas se maquillan y rehacen múltiples veces en el transcurso de la jornada. Pienso: ¿qué sería de gran parte de las mujeres que quieren los mismo derechos que los hombres, si para ello tuvieran que prescindir, como hacen ellos, de retoques para estar siempre bien?.
Al: “nosotras podemos hacer lo mismo que haga un hombre” de las feministas cabezonas, me temo que habría que añadirle: “...siempre que ello no suponga un abandono en el vestir, calzar, ni en los cuidados varios de la piel, manos, uñas, pelo, depilaciones, masajes, gimnasio, spa con hidromasaje, etc., etc., etc.” Y por abandono, no me refiero a dejadez, sino, simplemente, a levantarse de la cama, y tras la ducha, ponerse lo primero que les venga a mano sin pensar ni probarse nada, y salir a la calle con la cara lavada y una sencilla crema protectora. ¡Ah!, y eso “cada día. Con que iguales a los hombres ¿eh?. Ja. Ja.
Debemos aceptar de una vez por todas que somos totalmente distintos. Una prueba concluyente la constituye el argumento de la mayoría de concursos y programas del corazón que pueblan nuestras cadenas catódicas. En ellos siempre hay un momento en que los presentadores realizan la pregunta del millón: “¿quién cocina mejor las mujeres o los hombres?, o ¿quién conduce mejor?, o ¿quién es mas inteligente?, o ¿quién es mas fiel?, o ¿quién cuida mejor a los niños?, ¿y a los animales?”, o lo que a ustedes se les ocurra.. ¿No se dan cuenta que las comparaciones separan?. ¿Que cualquier tipo de reivindicación no hace más que fomentar esa separación entre sexos?.
¿Por qué el Día de la Mujer o de la Mujer Empresaria, cuando, si los hombres propusieran el del Hombre u Hombre Empresario, inmediatamente se les echarían encima, tratándolos de “presuntuosos machistas”? ¿Por qué el Banco de la Mujer, si no hay el Banco del Hombre?. ¿Por qué hay tantas mujeres que piensan que la violencia de género solo afecta o atañe a las mujeres, cuando hay bastantes hombres que la sufren?
¿Por qué hay Oficina de Atención a la Mujer, si no la hay de Atención al Hombre? Y así un millón de ejemplos más, que vienen a ilustrar lo que es evidente, y parece que las feministas no aceptan por narices; ¿o debería decir matrices?. Dejémonos estar de competiciones de patio de colegio, y dediquémonos mas a compartir que a pelear, porque, en definitiva, quienes van a salir ganando serán las próximas generaciones, entre las que están nuestros hijos.
P.D. Ya habeis podido comprobar que el título del post no se refiere a que, por generación espontánea, ha nacido una nueva especie de homi-mujerínido; la de los envarados y tiesos como velas(“los derechos”), sino a las reivindicaciones de ambos sexos, que deberían tender a unir pareceres antes que a discutir por sistema. -