El deporte, y especialmente el mundo de los caballos siempre me ha gustado. Hoy en día, debido a mis cien kilos de peso, tendría que ser un señor caballo para que no se quejara y me mirara de reojo como diciéndome. MECACHIS LA MAR, LA QUE ME HA CAIDO ENCIMA, pero a mis veintiocho años y con un peso bastante esbelto cruzábamos por un sendero empinado lejos del restaurante acompañado por Gloria, la repostera. Ella montaba a Galán, un caballo blanco con motas negras que partían de su cuello hasta llegar a medio lomo. El mío, bueno, no es que fuera de propiedad, claro, se llamaba Cortés y su color marrón oscuro se camuflaba con la espesa vegetación que bordeaba el camino.
El restaurante masía donde trabajábamos los dos, tenía un servicio de alquiler de caballos para los clientes y a nosotros, nos hacían un precio simbólico para montarlos en el transcurso de la tarde y hasta empezar el servicio de la noche donde después de una ligera ducha, nos enfundábamos ambos, nuestros respectivos trajes de “guerreros coquinarios” digo esta frase, porqué la cocina en pleno servicio y con los comedores llenos, muchas veces parece que estamos en plena batalla campal cuando los camareros nos piden sin piedad innumerables pedidos de toda clase de platos teniendo que correr de lo lindo para que no se pare y se colapse el trabajo, que irremediablemente muchas veces ocurre.
Por esto, hoy en día, en mi escuela de cocina donde cuento con casi cien alumnos repartidos durante la semana siempre digo a estos aspirantes de cocinero o cocinera que en el mundo de la hostelería muchas veces tenemos que ponernos los patines y dejar atrás, nuestra marcha de paso de tortuga aunque, si podemos hacerlo cuando paseemos o miremos escaparates en plena calle, pero durante el servicio no podemos hacer como si paseásemos relajadamente mirando al mar.
Y hoy…….HUEVOS DISTINTOS
Se baten las claras de 2 huevos a punto de nieve dando vueltas envolventes con un tenedor hasta que estén subidas. ¡Ojo! que no os caiga nada de yema, ya que no se os montaran. Una vez hayan quedado en textura de nieve, aparte, batiremos ligeramente las yemas añadiéndoles un poco de queso rallado, atún , sobrasada o jamón mezclándolo todo pero sin batir para que las claras no se nos rompan. Se ponen en un molde de metal pequeño y engrasado con margarina o mejor de silicona, ya que así tendremos que ponerle solo la mezcla sin engrasar la base.
Con el horno bien precalentado a 190º se pondrá unos tres minutos más o menos pero solo por la parte de abajo.
Veréis que buenos y esponjosos.
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