Malos tiempos para la economía. Malos de verdad. Hacía mucho que no veía a la gente tan..., tan..., así.
Lo que hace gracia es ver las caras de falso optimismo de los banqueros, economistas y políticos cuando hablan ante las cámaras de televisión: “aquí no pasa nada”. “es una pequeña crisis de la que vamos a salir inmediatamente”....
¡No te lo crees ni tú! ¡Vamos!, que nos vendan esas medias sonrisas para dar confianza cuando ellos mismos están con los esfínteres ¡así!..., me parece patético. ¡¿Tanto cuesta decir la verdad aunque sea por una sola vez?!... . Que hace muchos años dejamos de chuparnos el dedo. Además, ahora, con Internet cualquiera que tenga una conexión y un ordenador, y, si me apuras, con un simple teléfono, puede estar al día de todo cuanto sucede en el mundo entero. ¡¿Como pretenden colarnos sus palabras como verdades?!
Hay una cosa clara: quienes van a sufrir más las consecuencias de este estado de cosas son los que mas tienen. ¡Ya era hora!. Acostumbrados al “siempre llover sobre mojado” de todos los días en que los menos favorecidos por la fortuna son los que reciben todos los palos, esta situación es una bendición – dentro de su irregularidad -, para quienes nada tienen, puesto que nada pueden perder; mientras que los especuladores, negociantes fraudulentos, políticos corruptos, etc., que han hechos sus fortunones con malas artes, a costa de la sangre de los pobres, están en la cuerda floja con la espada de Damocles pendiente de un hilo encima de sus cabezas. Go to fullsize imageY aquí no valen evasiones a paraísos fiscales ni dineros negros ni leches; porque los Bancos de esos lugares están sujetos también a los cambios de las Bolsas mundiales. Es emocionante que, por una vez, se queden con el culo al aire a quienes tenían más protección que Forth Knox. Ahora, todas las cajas fuertes serán pocas para acoger tal cantidad de billones, o trillones, o... Los amantes de lo ajeno pueden hacer su fortuna en esta época de desconcierto forzando cajas fuertes particulares, que es donde, sin duda, pondrán ese líquido cuyas cifras solo mencionarlas ya dan mareos.
La garantía que el Estado ha dado a las diversas entidades bancarias favorecen a los pequeños ahorradores: 100.000 Euros por cuenta son buenos para aquellos que tienen menos de 16 millones de pesetas en su cuenta, pero no así para quienes centuplican – pongamos por caso – esa cifra, pues a eso quedaría reducido todo su capital en caso de quiebra del Banco en cuestión.
Los pequeños comerciantes y empresarios que tienen, pongamos, el doble de la cifra anterior ya han salido al paso del alarmismo colocando sus ahorros en distintas cuentas de varias entidades financieras. Y así pueden asegurar que lo van a recuperar todo. Pero los muchi-trillonarios lo tienen difícil porque no hay suficientes bancos en el mundo para acoger ni una décima parte de su capital. ¡Ufff!..., ¡la cosa está que arde!...
¿Sabéis quienes van a resistir mejor lo que se vecina?: aquellos que no tienen nada o casi nada: los que no tienen ni donde caerse muertos, los que viven al día de lo que sacan pidiendo o mostrando sus dotes artísticas en la calle. Esos, que no tienen ahorros de ningún tipo, serán los que capearán la crisis como si nada sucediera puesto que están acostumbrados a sobrevivir en una crisis permanente y lo llevan muy bien. ¡Como es la vida! Quien nos hubiera dicho hace tan solo unos años que las cosas cambiarían de tal forma que los todopoderosos temblarían, y los indigentes, acostumbrados a pasar necesidades – incluso las primordiales -, serían los mas ricos con su pequeña felicidad del ir haciendo. No quiero ni pensar la de infartos, estreses y otras secuelas que amenazan a quienes eran envidiados por sus fortunas y ahora no saben donde ponerlas. Seguro que asistiremos a una masiva construcción de búnkeres en las mansiones de los muchi-millonarios para guardar a buen recaudo el efectivo que “les sobra”, como ya estamos asistiendo a un aumento en la instalación de cajas fuertes en domicilios particulares de personas que “no se fían” de lo que pueda suceder en los bancos, y se llevan sus ahorros a casita.
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Ya os he dicho en multitud de ocasiones que los acontecimientos – salvo excepciones – suelen seguir un sistema cíclico de sucesos que se repite cada cierto tiempo. Y el karma, ese principio físico inamovible y universal, nos devuelve a los antiguos métodos del colchón y el ladrillo que usaban nuestros abuelos y bisabuelos para guardar el dinero, porque no se fiaban de dejarlo en un banco.
¡Vivir para ver!...