Les relato una experiencia vivida con mí hijo Ricardo hace 5 años.
Es la tercera vez que visito Tenerífe y la cuarta que visito la Península y mí amor por esta tierra se acrecienta. No dudo que sea la sangre de mis antepasados que fluye en todo mi ser y me hace vibrar de alegría cuando llego aquí.
Tenerífe... ¡Qué gente tan amable, tan cálida, alegre, tan agradecida a América por aquellos años 50 y 60, cuándo miles de Canarios decidieron emigrar y el continente Americano les abrió sus puertas.
A mí paso por Tenerífe iba escuchando relatos, cuentos e historias de muchos de ellos, y yo, fascinada escuchándolos. La sensación de disfrute era inexplicable, el amor expresado de gratitud llenaba mi alma, qué amor tan grande se siente en su gente, el imponente Teide que da la bienvenida, los hermosos colores de sus flores que contrastan con el negro de su arena, el intenso azul de sus mares que a lo lejos se disfuman con el suave azul de su cielo, los Dragos parecen que contaran su historia.
Tenerífe, es difícil expresar tanta belleza¡¡.
Un abrazo fuerte para toda su gente amable, un abrazo especial a todos mis amigos que año tras año me reciben con tanto cariño y tantos detalles.
Ahora me encuentro en la Península, precisamente en la majestuosa e enigmática Barcelona, vine a visitar a mí hijo Ricardo, hace 5 años mi hijo tomó la decisión de emigrar a este gran país. Un Venezolano más de los tantos que han emigrado en estos últimos años.
Llegue a Barcelona el día 19 de septiembre 2007.
El otoño ya comienza abrir sus puertas... sosegado y en calma y un clima agradable y fresco invita a caminar por ésta espectacular ciudad. En el aeropuerto me esperaba mi amado hijo y mí hermano Gustavo, Dios... que alegría al ver sus rostros¡ se me hizo un nudo en la garganta y no pude contener un par de lágrimitas que se me escapaban de la emoción.
Verlos a ellos tan felices, tan realizados, con tanto entusiasmo contándome sus logros, sus proyectos de vida que tienen en este maravilloso país.
Cómo han cambiado las cosas, recordé a los emigrantes de la
postguerra, Españoles, Italianos y Portugueses que llegaban en los años 50 y 60 a mí amada Venezuela, así como a tantos países de toda América. Eran emigrantes que llegaban con sus manos vacías pero en su corazón llevaban la grandeza de sus sueños.
Fueron constructores y forjadores de 'patrias grandes', trabajadores incansables.
Irónicamente hoy somos los Venezolanos que emigramos. Tenerífe está colmada de Venezolanos, por supuesto de gente de todos los países de América. pero también de muchos Canarios que vinieron América por aquellas décadas y hoy están regresando a sus amadas raíces. Gente agradecida del continente Americano que años atrás les abrió sus puertas.
A mí paso por Tenerífe iba recibiendo bendiciones para América.. Y, fue inevitable recordar los primeros dos años de mi hijo en España.
Hoy quiero compartirlo con ustedes.