Los vaivenes de la vida no me habían dejado verlo. Estaba ahi, en silencio.
Quizás me vio crecer, jugar, llorar, reir, amar y odiar. Tal vez me vea morir.
No quiero entristecerlo con mis palabras, mi viejo arbolito es alegria, transmite vida. Sin embargo esta viejo e inclinado, como pidiendole disculpas a los vientos que vienen desde los confines del tiempo.
En una de sus ramas, la mas amable, ha hecho nido una palomita. Es su compañia, su amiga. Cuando termine el invierno sus pichones se iran del nido y ella también. Vendrá a ocupar el nido algún gorrión, pobre gaucho sin destino, que sin muchas cualidades, le contará cuentos atrevidos. Porque los gorriones son traviesos, como los chicos callejeros que andorrean las vias del tren, que se dan empujones y se gritan palabrotas para reirse de su tristeza. Chicos callejeros que a veces se detienen en las vidrieras de ropas o zapatillerias de marca reconocida, para entreabrir la boca y desear desde el fondo de su condición de humildad. Cosas de esta amada tierra mía.
Mi viejo arbolito toca el techo sin querer, porque como sobrio caballero de las alturas, tiene en su ramaje la delicadeza de la experiencia. Sus hojas heridas de muerte otoñal se niegan a dejarlo totalmente. Se resisten al tiempo, esperaran el invierno y quizás alli por fin se entreguen dejando paso a los nuevos brotes.
Para mi, el viejo arbolito, será eterno, quizás no muera nunca. Aunque cuando lo sacude el viento me saluda con su ramaje y se agita como sonriendo y estirando los brazos se que sabe la verdad de mi existencia. Y en una de esas llorará lagrimas de sabia por mi ausencia.
Te miro viejo arbolito y me obligo a hacerme una pregunta, ¿cuánto tiempo estaremos juntos? Bueno, en fin, no importa cuánto. Hoy quiero disfrutarte. Se que en tus ramas, tus raíces está mi propia historia, mi leyenda. Ni la más completa biografía podría relatar lo que tu sabes de mi. Las cosas que te he contado. Los detalles mas íntimos de mi ser.
Pero no quiero complicarte arbolito viejo. Hoy estamos juntos y vemos pasar la vida... si, vemos pasar la vida. Alguna vez me darás las respuestas a ciertas dudas que hoy me atormentan. Bajo tus ramas crecí de niño, jugué contigo, te trepé y pasé a ser hombre soñador de historias y poemas. No te pongas triste Arbolito viejo aunque algun día me vaya y no te salude siquiera.