La calma de un atardecer me da la señal esperada. Sé que ya no habrá noches de ansiedad ni desvelos. Tampoco llanto.
Un milagro nocturnal se está cumpliendo en alguna parte del mundo y yo estoy alli, muy cerca. Intento comprender mis propias miserias y la intrínsica demanda de mi ser interior buscando un rumbo. Intento, también, comprender a esa persona que me olvidó por completo. Quisiera entender su mecanismo de defensa.
A veces ocurre que pensamos mejor de nosotros mismos que lo que piensan los demás. Eso nos lleva a frustraciones y desencantos. Creo que me ha ocurrido muchas veces.
Pero hoy me siento distinto. Tengo la alegria interna de poder exprezarme, mal o bien, y puedo revivir en mi interior los buenos años de la infancia eterna que jamás se apagó dentro de mi pecho. Alguna vez superé los problemas de mi niñez jugando un "cabeza a cabeza" con pelota de goma al lado del kiosco de Carmelo, allá en Los Cardales, mi pueblo natal.
Hoy ya grande, pasando la cincuentena, no puedo hacer lo mismo literalmente. Ya no está el kiosco, Carmelo tiene su vida armada de acuerdo a sus demandas y Cardales... Cardales ya no es el mismo, solo quedan recuerdos.
Sin embargo, pasé muy cerca de la estación, donde estaba aquel mágico lugar de encuentros y me detuve un momento. Luego miré la arboleda de pino -que aun está- y vi unos niños jugando cerca del lugar con la alegria única de los niños y me sentí bien. Comencé a marcharme del Los Cardales convencido de que algo bueno había logrado.
Se que mi paso fugaz por ese pueblo no fue en vano. Muchos me recordarán cuando niño, otros me recordarán de adulto.
Pero los ciclos terminan y hay que marcharse a gusto o no. "Todo va a estar bien"le escuché decir a una persona que amé, y habiéndome dicho esas palabras, jamás la he vuelto a ver, porque la persona que tiene su rostro hoy, no es aquella misma. Es diferente, sus labios no sonríen y sus facciones son frías como el acero, como el hielo.
Todo va a estar bien. Quizás tenga razón.
Al llegar a la salida del pueblo vi el atardecer rojizo y la luna de abril prematuramente en el cielo. La luna de abril que nos regaló Dios a mi madre y a mi cuando marchabamos en el sulky rumbo a la estancia La Escondida. Como aquella tarde, sentí deseos de ser bueno otra vez.
Partí feliz a comenzar otro ciclo."Todo va a estar bien", me dijo una persona amada que hoy ya no es la misma.
Si, TODO VA A ESTAR BIEN.