| | La chica del metro | | |
| | Pasamos casi toda la noche paseando. Hablamos sin parar durante tres cortas horas. Nos contamos muchas cosas el uno del otro y ambos sentimos que un vínculo muy especial se había creado entre nosotros. Algo nos unía sin saber qué era. Me dijo que tocaba el violín y mis ojos se abrieron como platos. Fue muy curioso porque desde hacía unos días me había dado por escuchar música de violín y de hecho estaba escribiendo una historia sobre un profesor de violín. Los dos reímos por tanta casualidad.
-No creo que sea casualidad -le dije-. Mira, llevo a Vanessa Mae en mi mp3.
Ella rió.
-Tienes razón, no puede ser casualidad. Me encanta Vanessa Mae. De hecho tengo todos sus discos. Nunca había conocido a nadie que le gustara y sin querer y de la forma más absurda, te encuentro a ti -volvió a reír-.
-Si, y yo nunca había escuchado música de violín y de repente me da por escucharla y por escribir sobre violines. Te puedo asegurar que no conozco a nadie que toque el violín y casi seguro no voy a volver a conocer a nadie que lo haga. Hace tiempo que dejé de creer en las casualidades. Es extraño, muy extraño -le sonreí-.
-Si que lo es si.
Y entre risas, confesiones tristes y un par de margaritas llegó la una de la mañana.
-Bueno, ya es la hora de irme, el metro está a punto de cerrar y tengo que volver -dijo ella junto a la boca del metro-.
-Lo sé, vete ya que no quiero que lo pierdas por mi culpa.
-¡Jo! Me lo he pasado muy bien contigo. Ha sido una noche muy bonita -comentó sin perder esa sonrisa tan especial-.
-Si, me da mucha pena que te tengas que ir. Yo también lo he pasado muy bien.
-Sabes, eres lo más interesante que me ha pasado en muchos meses.
-Vaya, gracias, aunque no sé si eso habla muy bien de tu vida, jajaja -bromeé-.
-No seas tonto, te lo digo en serio. Ha sido una noche muy bonita y siento mucho tener que irme -sus ojos también me lo decían-.
-Espero que haya más noches como esta. El tiempo ha pasado demasiado deprisa.
-Sí, se me ha hecho muy corto. Pero ya nos veremos otro día. ¿Me lo prometes? -preguntó-.
-Claro, sería un placer para mí. Has conseguido que durante todo este rato me olvide de mis problemas. Sabes, tienes una sonrisa muy bonita. Es preciosa y con una luz muy especial.
-¿De verdad? -preguntó sonrojada-. Nunca me lo habían dicho.
-Porque no me habías conocido a mí, jajaja.
Reímos y nos dimos un abrazo. Fue una noche muy especial y a los dos nos daba mucha pena irnos.
-Vete que se te escapa el metro -le dije-.
-Si. Cuídate mucho y llámame siempre que quieras ¿vale?
Nos dimos dos besos y otro abrazo y bajó las escaleras. Antes de llegar abajo se dio la vuelta y me volvió a sonreír. Su sonrisa y esos ojos habían llenado de luz una noche oscura como el carbón. Cuando su figura se perdió dentro de la boca del metro, di media vuelta y sonriendo caminé hasta el coche.
-La vida, -me escuché a mí mismo mientras sonreía- siempre la vida.
Miré al cielo y guiñé un ojo. 'Gracias' -dije y continué mi camino-. | | | | | | | Quizás también te interese: (12 votos: promedio 8.42 sobre 10) | |
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| | | | Unas aclaraciones.
Lo primero es que me alegro de que hayas podido mirar al cielo, sonreír y decir gracias.
Lo segundo, es que aunque no estuviera totalmente de aceurdo con el relato, como he dicho antes, lo que no te dije es que me gustó mucho, pues tu forma de escribir es muy clara, directa y expresiva. Espero poder seguir haciéndolo, porque sigas enviando más colaboraciones.
Un saludo y hasta la siguiente. Pues sí, digamos que este relato es la continuación más o menos del del profesor de violín. La diferencia es que el otro es medio ficción medio realidad y este es pura realidad tal y como conocí el 2 de marzo a mi pareja, la persona más maravillosa con la que me he cruzado. PArece mentira como cuando menos lo quieres hay algo, no sé el qué, que te pone delante de tus narices lo que tanto tiempo anhelaste. Fue un camino largo de superación de mucho dolor, pero finalmente puedo decir que soy feliz con una persona que me da lo que realmente necesito. Pasión y ternura.
El profesor de violín fue la historia que escribí sobre la ruptura evitando hacer sangre. Yo no toco el violín ni conozco a nadie que lo haga. 2 o 3 Días más tarde conocí a una persona que toca el violín. La persona que hoy llena mi corazón con su ternura. ¿Coincidencia? Cada vez lo creo menos.
Gracias por todos vuestros comentarios y un saludo 5) La historia del profesor del violín. Leí un relato un día y lo recuerdo perfectamente.
Era más triste y bonito si cabe que este y ahora leo este como su continuación.
Me alegra ver que los días te hayan ayudado a poder mirar la cielo y dar las gracias.
Nacho, escribes muy bien.
Tus letras hacen inmensamente corto tu relato.
Me ha encantado, incluso me ha hecho ver la sonrisa de la chica.
Felicidades.
Un saludo.
4) No estoy totalmente de acuerdo... Si es cierto que la vida sale al encuentro, como dice la novela de José Luis Martín Vigil, pero me imagino que las causas que hacen que una persona se encuentre sola, son muy variadas, y por lo tanto no todas tienen la misma solución.
Estoy seguro que será diferente perder a una persona amada, porque le abandone a uno, como en el caso del relato, a que esa pérdida sea motivada por la muerte de ese ser querido.
En el primer caso, siempre es posible que un pequeño y escondido sentimiento de rabia, le haga a la persona abandonada el querer salir adelante, máxime cuando descubre que su “persona amada, esa que quería estar sola”, a los diez minutos está del brazo de otro amor. Está claro que no podrá evitar el pensamiento de si realmente, cuando estaban juntos, esos juramentos de amor no eran más falsos que un euro de madera. Todos estos hechos y pensamientos, se convierten en estímulos que le llevarán por un determinado camino hacia un fin como el del relato.
Pero, ¿qué pasa cuando de golpe, tu persona amada entra en un hospital, y antes de darte cuenta ya no está ni para ti ni para nadie? Me imagino que el sentimiento que se podrá tener, es que te han ROBADO, así con mayúsculas parte de tu vida. Que tú no has hecho nada malo, y te han castigado de una manera brutal y definitiva, pues ya no habrá nunca la más mínima posibilidad de arreglar el asunto. Y por supuesto, en estos casos, siempre se quedan a medias mil y un proyectos de futuro, que ya no tienen el más mínimo sentido, porque falta esa persona con la cual se habían forjado. Y eso por no hablar de la persona que haya fallecido, pues independientemente de las ideas religiosas y sobre la muerte que tengan los protagonistas, siempre le habrá sido truncada la vida sin haberla vivido en toda su plenitud.
Los sentimientos de esta persona ante la postura de “la vida sigue”, no creo que sean los mismos, ni que le resulte tan fácil mirar al cielo, guiñar un ojo y decir gracias.
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que duro es perder a alguien a quien quieres pero como dice atenea ley de vida (estoy deacuerdo contigo)
pero nada se para y todo sigue...
tienes mi10 2) Adios y Hola **#**Amor**#** La vida continua, nada ni nadie es imprescindible, todo tiene repuesto...
Ley de vida?!.Nadie muere por nadie?!
Ilusiones nuevas, emociones, momentos, todo por volver a vivir.
Me ha gustado, como lo expresas, las descripciones.
Seguro que más de uno y de dos nos vemos un poco reflejados en un lado u otro del relato.
Por poner alguna pega, me hubiese gustado otro título.
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