Publicado en Atlántico Diario el 29/09/99
Con el comienzo de curso, el profesorado se encuentra con alumnos que avanzan sin haber alcanzado los mínimos conocimientos necesarios dentro de la lógica que, en ocasiones, no coincide con la aplicación de la reforma educativa ---mucho más permisiva---. Vaya un ejemplo de muestra sacado de los exámenes de septiembre.
---Hola Araceli, ¿estudiaste mucho durante el verano?---, pregunta el profesor a una alumna mientras le entrega el examen de septiembre. ---¡Uf!, casi no pisé la playa. Repasé todo, hasta los exámenes del año pasado. Me dijo el profesor de la academia que estoy superpreparadísima y que tendría muy mala suerte si volviera a suspender---. El profesor le dirige una mirada donde se mezcla la sorpresa y la esperanza. Durante el curso faltó bastante a clase y no fue lo que se dice una gran alumna, pero, a veces, la madurez acaba dando sus frutos; nunca se sabe. ---Para no complicaros las cosas os he puesto el mismo examen que en junio, pero como tu llevas toda la asignatura no hagas la pregunta número 3 ni la 5---. La alumna muestra su alegría: ---¡Que chachi!, además me está usted adivinando el pensamiento ---el profesor intenta disimular su asombro--- porque la verdad es que no tenía muy clara la pregunta 3 ni la 5. Muchas gracias---. Comienza el examen y el profesor permanece atento desde su mesa. Araceli no levanta la mirada del papel y escribe continuamente. Al cabo de una hora incluso se levanta de su sitio para coger otro papel porque los que tiene en la mesa no le llegan para demostrar todo lo que ha estudiado. Cuando ya ha pasado una hora y media desde el inicio del examen, la chica ordena sus papeles, recoge el bolígrafo y se encamina decidida y satisfecha hacia la mesa del profesor. ---Ya terminé---, le dice susurrando para no molestar a los compañeros. El profesor recoge el examen y le pregunta: ---¿qué tal te ha salido?---. ---Yo creo que muy bien. Contesté a todas las preguntas---, le dice. ---Vamos a ver si es cierto. Pero lo más importante es que las respuestas sean las correctas---.
El silencio de la noche es testigo de la corrección del examen. Primera pregunta: «La revolución Francesa». ---La revolución francesa ocurrió hace muchos años. Fue horrible. Ocurrió en Francia y la capital es París. Son muy famosos los quesos y los vinos franceses. Mi padre dice que las francesas también son muy famosas. Bueno, pues la revolución ocurrió porque el pueblo decía que ellos vivían mal y querían vivir mejor, entonces se incomodaron y montaron una revolución impresionante. A los que mandaban les cortaron la cabeza y después se repartieron todo y lo celebraron---. El profesor apura un sorbo de café e intenta poner en orden el torrente de ideas inconexas de la respuesta, pero no lo consigue y la tacha.
Segunda pregunta: «Waterloo y Napoleón». Respuesta: ---Me parece que fue una batalla que perdió y después lo echaron. Después, los hijos de los que ganaron, se fueron a Suecia e hicieron una canción. Es muy antigua porque aquello ocurrió hace muchos años, pero ahora vuelve a estar de moda y me encanta. Siempre que la ponen en la disco salimos enseguida a bailar. Tapi, mi chico, no para de moverse. Es que tiene mucho ritmo. Es superdiver. Oiga profe, a ver si se enrolla un poquito y me aprueba que si no en casa no me compran la moto---. El profesor, que no sale de su asombro, tacha la pregunta.
Cuarta pregunta: «Influencia de la Revolución Francesa en el resto de Europa». Respuesta: ---Fue total. Ahí está la moda, los quesos y el vino..., un montón de cosas. Mi novio dice que también las francesas, pero a mí me parece mal. Y lo más importante, que lo dice mi padre: cuando alguno de los que mandan se aprovecha demasiado lo eliminan y ponen a otro; para que todo quede más repartido y se comparta. Eso es lo más importante; que todo quede repartido. Pero a mi no me parece demasiado bien, porque no quiero que mi Tapi tenga que compartirse. Oiga profe, sea bueno---. El profesor está asombrado; otra pregunta tachada. Y, como no hay más, suspenso.
Al día siguiente tiene lugar la junta de evaluación. La alumna demuestra saber que la capital de Francia es París, que el pueblo se reveló contra el poder establecido, que Napoleón perdió Waterloo, que a partir de la Revolución Francesa el poder quedó en manos del pueblo, que Francia es famosa, entre otras cosas, por los vinos y los quesos... En fin, que la alumna, al amparo de la nueva ley de educación, tiene unos conocimientos básicos suficientes sobre la historia y la economía francesa y, por lo tanto, que no suspende, sino que promociona, es decir, pasa al curso siguiente; para que siga adquiriendo lo que será la cultura de los futuros ciudadanos de este país. De seguir las cosas así, como muy bien dice mi querida amiga Miriam, estaremos formando auténticos «supermongomix». Vivir para ver.
