Publicado en El País Semanal el 6/5/99
La compañía Telefónica (o Telefonica, según escriben ellos, habiendo suprimido la anticuada tilde) ha tenido a bien enviarme un folleto en el que me informa, no sin entusiasmo, de las ventajas de un denominado "Plan Hello". Eso me ha recordado qu hará un año esta misma compañía lanzó otro plan o campaña de cuyo contenido yo no llegué a enterarme, aunque sí me quedó el título. se llamaba "Friends&Family", pero sus destinatarios, contra lo que uno pudiera imaginar, no eran los visitantes anglosajones deseosos de comunicarse con sus seres queridos desde un país extranjero, sino el público español, dade que el resto de la información estaba redactado en nuestro en nuestro idioma.
Por la misma época otra empresa de servicios telefónicos (no sé si debería poner telefonicos) lanzó una oferta al parecer sumamente innovadora anunciada con otro reclamo triunfal: "One Touch Easy". La verosimilitud gramatical de la expresión es más bien dudosa, pero su anglofilia resulta casi enternecedora. Estoy llegando a la conclusión de que lo que distingue a las compañías telefónicas españolas es una pasión desmedida por la lengua inglesa. En eso se distinguen de las compañías americanas, que en muchas zonas de Estados Unidos procuran anunciarse en españo. En Nueva York, las tarjetas telefónicas que se venden en cualquier tienda de alimentación o de periódicos están redactadas en inglés y en español, y cuando uno llama para establecer su conexión puede seguir las instrucciones melodiosamente dictadas en nuestra lengua. Es un misterio. O un mytery, como tal vez escribiría uno de esos ejecutivos telefónicos o publicitarios españoles que debieron criarse en la anglofilia palurda de los años sesenta, cuando el colmo de la sofisticación y la modernidad era poner letreros terminados en un genitivo sajón. En mi ciudad natal, tan refractaria a otras innovaciones, la primera discoteca que se abrió a finales de los años sesenta se llamó audazmente Loma's, por la loma donde la ciudad se levanta y a la que da su nombre. Era para nosotros un antro tentador de perdición del que fluía hacia la calle un latido de percusiones y de bajos eléctricos y un hilo de luz roja. No me refiero sólo a reliquias pueblerinas: hasta hace muy poco hubo en mi barrio de Madrid un local de los llamados de ambiente que ostantaba el nombre, glorioso de tan inverosímil, de Very Very Boy's. No logramos aprender inglés, pero al menos estamos logrando olvidar el español, y casi inventar otro idioma que no es ninguno de los dos, pero que a los ya citados ejecutivos telefónicos y publicitarios debe de parecerles de un refinamiento tremendo. La ex Telefónica, ahora Telefonica, seguramente será la empresa más poderosa en el ámbito de la lengua, la que tiene una presencia mayor y más cotidiana en los países hispanos de América. La inmensa mayoría de sus clientes hablan por teléfono en español, pero la Telefónica o Telefonica se empeña en difundir entre ellos un extraño idioma en el que las cosas se llaman teleline o moviline y en el que de pronto surgen expresiones tan enigmáticas como ésta: MoviStar Pack Activa. ¿A qué gramática de qué lengua obedece esa secuencia de palabras ensartadas por algún visionario del marketing? ¿Con qué concuerda, por ejemplo, la palabra activa? Por comparación, aquel reclamo tan célebre que ofrecía un kit manos libres resulta casi poético.
Lo que irrita no es que entren en la lengua palabras extranjeras, sino que lo hagan traídas por la pedantería de unos cuantos ignorantes que tienen la capacidad de amplificar aterradoramente el efecto de su tontería. Si en un anuncio se ofrece un paquete de algo queda como una vulgaridad: si lo que compramos es un pack estamos adquiriendo un producto más avanzado y valioso; incluso la comida de los perros casi se convierte en un manjar si se llama Friskies digestion plus.
La lengua es la única industria sólida que tenemos, pero también los editores de libros se van sumando a la audaz innovación lingüística de los publicitarios y los vendedores de teléfonos. Una serie de libros de viajes publicada en España y para lectores españoles se llama City Pack. La colección de bolsillo de la editorial Planeta lleva el castizo título de Booket. Y hoy mismo, mientras hojeaba el periódico, he visto el anuncio a toda página de un libro de la editorial Espasa-Calpe, que tiene en su catálogo monumentos de la cultura en lengua española como la colección Austral o el diccionario de la Academia. Para animar a la lectura, Espasa Calpe a encontrado una frase admirable: Just read it.
Sólo se me ocurre una palabra para felicitar a todos estos benefactores de la lengua española: Congratulations.