Premonicion

La mente tiene la capacidad de guardar lo hermoso de cada una de las personas que amamos, no esperemos a que un sueño nos despierte a mostrar esa realidad y dárselas como regalo.

Hace varias semanas que me comuniqué telefónicamente con mi hermana por una razón poco usual. Es común que me reporte frecuentemente para saber sobre la salud de mis padres y sobre algunos asuntos de carácter personal. Pero en esta ocasión fue diferente, le llamé para preguntar sobre una prima hermana nuestra, relacionada a la familia de mi mamá con la cual no he tenido contacto por más de diez años. El motivo del cuestionamiento fue una notoria reminiscencia que tuve la noche anterior mientras dormía. El sueño fue tan vívido lleno de colores y cargado de sentimientos que resultaba imposible dejarlo pasar. Estoy familiarizado con esta forma de percibir los sueños donde los colores y formas son extremadamente definidos. El contexto en que se presentó el sueño fue tan cotidiano y familiar pero al mismo tiempo tan extraño ante la conciencia de que exploraba eventos de mi infancia lejana.

El lugar donde se desarrollo el sueño fué la sala de la casa de mi tío, donde frecuentemente acostumbrábamos llevar a cabo las reuniones familiares. No puedo recordar el contexto de la conversación pero definitivamente puedo describir a detalle la imagen nítida de mi prima. Se encontraba sentada en el suelo con las piernas cruzadas y recargando frecuentemente su cabeza, apoyando el mentón sobre su rodilla derecha. Vestida encantadoramente con una bonita blusa verde y jeans, lucía en el cuello una delgada cadena de oro. El lacio cabello negro recortado hasta los hombros enmarcaba su rostro. Se veía como una muchacha de diecisiete años con grandes ojos y largas pestañas. Su rostro fue siempre tan expresivo que si alguna persona la hubiera visto por el cristal de la ventana hubiera asegurado que ella estaba haciendo un ejercicio de mímica. Ella acostumbraba hablar en tono alto pero sin gritar argumentando con un tono provocativo. Su cuerpo, tan frágil y femenino, contrastaba con un fuerte temperamento y una vigorosa personalidad.

Mi hermana estaba consternada con lo inusual de mi cuestionamiento. Principalmente porque mi prima tenía ya varios años luchando contra una terrible enfermedad pancreática que le había dejado innumerables problemas y complicaciones mermando severamente su salud. Hacía tan solo unos días que había dejado el hospital después de ser internada por una falla renal. Precisamente en esos días mi hermana planeaba pasar a visitarla y me dijo que si quería mandarle algún mensaje a través de ella. Asentí y sin pensarlo mucho le dije: “Por favor dile que la he recordado y sentido tan cerca de mi como una joya de mis más preciados recuerdos y que le estoy enviando uno de mis sueños más felices”.

Las malas noticias nunca llegan tarde y ayer por la noche recibí una llamada de mi hermana quien se mostró llena de congoja. Su muerte fue inesperada a pesar de su gravedad, debido a que había mostrado una mejoría temporal pero significativa en su estado de salud. Ella me dijo que mi prima recibió mi mensaje y que le ayudó en esos difíciles momentos antes de fallecer.

Nunca vi a mi prima enferma o en hospitalización. Puedo decir que nunca tuvimos lazos o una estrecha afinidad dado que nuestras vidas tomaron rumbos diferentes. Pero yo guardé en mi memoria la magnífica esencia de su juventud, belleza y maravilla de su floreciente vida. Pienso que ella lo aceptó como un regalo de vida.

Desde entonces, mi hermana trata de llamarme cada semana. Me mantiene al tanto de lo que le pasa a la familia contándome a detalle aún sin preguntarle. Pienso que desde ese día ella está preocupada acerca de mis sueños pero nunca se atreve a preguntarme sobre ellos. Mientras tanto, mis recuerdos van a estar guardados en mi mente esperando otra oportunidad para ser enviados, como regalo.