
Se esta poniendo de moda que las empresas prohíban terminantemente a sus trabajadores entrar los móviles al trabajo. Incluso, algunas, ya han instalado en las puertas de entrada unos dispositivos electrónicos a prueba de telefonillos portátiles que, cuando detectan una aparatillo de esos, suenan de una manera estridente que no deja lugar a dudas. Primero, fue la prohibición de llamadas personales desde los teléfonos fijos del trabajo. Después, se prohibieron las llamadas a través de Internet(que también pasaban por los teléfonos fijos). Luego, cuando los empleados(sobre todo empleadas) comenzaron a usar celulares, adujeron que pagaban sus llamadas, y, por tanto, no repercutía en la empresa. Pero los jefes de personal se dieron cuenta de que SI repercutía en el rendimiento laboral, pués las había que no podían pasar sin sus cotilleos via móvil, que en ocasiones duraban ¡horas!.Es tal la neurosis por los móviles que ya se ha detectado una nueva enfermedad provocada por la necesidad de usar el móvil para todo: una nueva “filia” que puede volverse obsesiva y entrar dentro de los cuadros médicos mas adictivos.
Si hay gente que usa el móvil ¡hasta en la duchaa!. Eso no es un invento, puesto que he podido constatarlo en primera persona en repetidas ocasiones en que , recorriendo El Camino de Santiago, me estaba duchando en algún albergue, y en la ducha de al lado había el típico: “Yo sin mi móvil no puedo vivir”, que soltaba las clásicas sandeces para poner en antecedentes a su comunicante lejano de cuatro tonterías sin ninguna importancia. Hay que sentirse protegido en toda ocasión, y, para eso, el teléfono celular es ideal, pués siempre–salvo falta de cobertura, hoy en día bastante rara–nos mantiene comunicados con los nuestros, o con alguien cercano, que nos dirán esa frase de apoyo que necesitamos en un momento determinado.
Lo de las oficinas era un cachondeo: en ocasiones había mas gente hablando por los móviles que trabajando. Ah, y la de maneras que ideaban para disimular, merecerían pasar a la historia de la picaresca popular por derecho propio.He contado en diversas ocasiones la anécdota de aquel Director–propietario de una empresa de comunicación en la que estuve empleado–que siempre que entraba alguien nuevo le soltaba su discurso de bienvenida en el que no faltaba, como colofón su frase mas célebre: “Al trabajo, se viene ¡comido, bebido y cagado!”... . Seguro que, ahora, añadiría: “ ¡fumado(de tabaco, no mal piensen) y hablado por teléfono!... .