Pensaba que por ludopatía se entendía la enfermedad (o sus síntomas) que padecen aquellas personas que sufren grandes transtornos cuando no juegan, cuya máxima ambición vital es el juego de azar en sus diferentes variantes. Personas a las que la privación voluntaria o forzosa del acto de jugar con fines lucrativos supone un intensa agonía, similar -a veces peor- a la ocasionada por la falta de droga en un drogadicto.
He visto esos mismos síntomas en gentes que conozco y cuya máxima aspiración es ganar a lo que sea y a quien sea. Por ejemplo al snokeroo( o billar americano).Cuando el snokeroo se
transforma, de juego de habilidad, en competición POR DINERO o por otros fines mas oscuros, ha perdido su verdadera esencia( por mucho que algunas películas norteamericanas digan lo contrario)para convertirse en algo morboso, enfermizo. Lo mismo sucede con los inocentes dardos o con el futbolín, deporte de salón donde los haya, que antes era considerado como el fútbol de quienes no podían jugar al fútbol.
Los ojos desorbitados y los nervios a flor de piel, para relajarse solamente un momento, si se consigue un punto, y volver a ponerse en tensión al instante. He visto la ansiedad y el dolor y tambien el placer de risa convulsiva al "machacar"- así se dice - al o los contrarios(en lugar de rivales).
Alguien me apuntó que la gente jugaba para ganar y que no había nadie que lo hiciese con otra finalidad. No quise disentir, pero le dejé caer que tambien había gente que jugaba por el goce de jugar, como lo hacen los niños. Y que lo de "ganar" era una tergiversación del auténtico espíritu del juego. No me creyó. Allá él ...Lo tengo comprobado. Con un grupo de amiguetes-as a veces organizamos unos toques de balón al volei-ball. Cuando empezamos y, sobre todo, si hay alguien con ansia competitiva, los músculos y los rostros estan tensos y todo el mundo lo pasa mal. Desde el momento en que se abandona la competición - ya no se cuentan los tantos ni nada - todo el mundo empieza a sonreir, a relajarse, a jugar lúdicamente; el placer es intenso y las risas no cesan ni un momento. Acabamos dándonos cariñosos balonazos unos a otros llenos de alegría ,como críos. Hemos retomado lo esencial del juego... JUGAR, sin más.