¿Ustedes saben cuantos cernícalos por segundo pueden volar sobre el nido del cuco a la vez?...
Quizás el número exacto solo pueda calcularse con un escaner, o, puestos a ser optimistas, con las aviesas artes de la adivinación.
¿Sería posible incinerar las basuras sin desprendimiento de partículas a la atmósfera?... . Precisamente eso son los cernícalos: partículas que flotan sobre el nido del cuco con grave peligro, no solo para los cucos y su prole sino–y esto es mas serio–para todo bicho viviente.
Tras la seriedad, vuelve la calma a juntar nuestros enhiestos mechones de pelo gracias a la ayuda inestimable de un simple peine. ¡Que cosas, oiga!. ¿Por qué será que a los utensilios que usamos a diario les damos tan poca importancia, cuando la tienen, y mucha?. ¿Imagínense que sería de una mujer o un “pelo brillantina” sin un peine en un día de viento racheado?: un desastre personal mas importante que el último tsunami. Son cosas a las que no damos importancia hasta que suceden; y, entonces, ya no tienen solución.
Por eso, queridos niños, permitirme recomendaros no subestimar esos pequeños inventos tan necesarios, y que, sin ellos, sería imposible la supervivencia en este inclemente mundo en el que, aparte de los elementos naturales, están los “artificiales” que se encargan de hacernos la vida imposible.
Si quienes saben del tema siempre dicen que la interacción entre lo físico y lo trascendente es continua: “lo que es arriba es abajo y viceversa”, es de pura lógica pensar que esos pequeños objetos que nos solucionan problemas cotidianos pueden usarse, adaptados mentalmente, para solucionar situaciones que normalmente no podrían porque entran en el dominio de la sique: que le pregunten sino a Alejandro Jodorowski, que de eso sabe un rato largo.
Pero..., perooo para eso se necesita pensar - cosa no demasiado asequible a cualquiera hoy en día con tantas prisas -: pensar en “como” puede uno a través de un gadget reparar algo, que, luego, se verá reflejado en nuestro estado de ánimo o nuestra salud.
Probadlo. Os aseguro que merece la pena darse cuenta de que en uno mismo está el potencial que le ahorrará un buen dinerito en reparaciones y, de paso, le ayudará a sentirse mejor. ¡Esto si es auto-ayuda de la buena!...
Hay miles de refranes, anécdotas e historias que avalan la afirmación de que todo lo pequeño, lo sencillo, lo simple es, la mayoría de las veces, mucho mas práctico que lo grande, lo ampuloso, lo complicado. Y a cualquiera le interesa mas lo práctico que lo sofisticado.
Como canta Serrat: “Esaaas pequeeeñas cosaaas”...