EL LLANTO DEL PASTORCITO DE NAVIDAD
Al escuchar los villancicos próximos a la Navidad, recuerdo con mucha nitidez un pasaje inolvidable y muy emotivo ocurrido en mi niñez allá en mi querido pueblito llamado Jacas Chico en Huánuco Perú. Como hasta hoy en mi pueblo por tradición se festeja el nacimiento del niño Jesús, instalando nacimientos en sus casas y muy emocionados adoran la representación y se congojan con la idea y satisfacción de haber tenido al niño Jesús en sus hogares.
Mi hermana mayor, muy entusiasta organizaba una cuadrilla de “Niños Pastorcitos” los que visitábamos la iglesia y todo los nacimientos del barrio; entre los cuales me hacía la idea de ser el pastorcito principal, cantaba y bailaba con toda devoción, tratando de destacar en el grupo, los ensayos se hacían con anticipación, pero el último día de ensayo en el que se definía la ubicación de los niños en la fila, fue mi peor día.
Habían decido que mi ubicación fuera detrás de otro niño algo mas alto que yo, no podía aceptarlo, mi hermana no podía hacerme eso y me desaté en llanto inconsolable, decidí contra mi voluntad abandonar los ensayos y no participar mas del evento. Mis amiguitos me consolaban, mi madre trataba de hacerme reflexionar, mi padre adusto y contrariado solo atinaba a mirarme, me rogaban que participara y yo solo continuaba llorando, me fui a dormir con mucha pena, pensando que al día siguiente mis amiguitos estarían adorando al niño Jesús y yo no. Por la mañana mi madre amorosamente me despertó y me entregó mi traje de pastorcito; un ponchito multicolor, mi “chullo” y mis sonajas, me emocioné, la magia y las palabras amorosas hicieron desaparecer mi resentimiento y muy contento fui reunirme con el grupo de “Pastorcitos” para adorar al niño Dios que acababa de nacer.