En mi mente vive claramente aquel inolvidable día cuando muy emocionado y tratando de ocultar mi nerviosismo; te esperaba, vestía un terno azul acero, demoraste en llegar, la angustia parecía apoderarse de mi ser, era preciso aparentar calma y serenidad, El murmullo de las gentes me indicaron tu presencia; radiante, llena de juventud y belleza; vestida de blanco como el ángel caminabas lentamente con dirección al altar en la iglesia San Francisco, al verte junto a mi lado respiré profundamente, al fin Dios bendecirá nuestro amor me dije. En la ceremonia nupcial sencilla pero muy emotiva, ambos nos juramos amor eterno “Lo que Dios a unido no lo separe el hombre…” dijo el sacerdote San Franciscano. “Que el novio bese a la novia” ordenó en seguida y los presentes fueron testigos de nuestra amorosa y feliz unión. Después de muchos años el recuerdo de aquella fecha hoy me emociona aún más y agradezco a Dios por haberme permitido elegirte como esposa, madre de nuestra querida hija y Reyna de nuestro hogar, sin dudar siempre repito mi frase favorita “No necesito loterías, por que la lotería mayor ya lo obtuve al casarme contigo” Hoy al conmemorar un año mas de nuestro feliz matrimonio, doy gracias al cielo por conservar e incrementar cada día más mi amor hacia ti y brindarnos mucha felicidad, renovándote la promesa de mi amor eterno, solo tú y yo sabemos los obstáculos que en el camino se presentaron pero nuestra firme e inquebrantable voluntad supo superarlo todo. Hoy como aquel día recibe mi emocionado beso.
