- Nunca se irriten los dos al mismo tiempo.
Implica mucha sabiduría y prudencia la fortaleza y dominio para controlar la ira que sentimos cuando estamos discutiendo.
- Nunca se griten.
Moderación, educación y respeto ante todo, el grito es en sí mismo una agresión, independiente de lo que se diga.
- Si alguien tiene que vencer en una discusión, deja que sea el otro.
La aparente derrota es, en realidad, una gran victoria sobre nosotros mismos. El problema con una discusión es que muchas veces se busca más ganarle a la pareja, que encontrar caminos y soluciones a los problemas.
- Si hay que criticar algún defecto o actitud, hazlo con amor.
Si por sí mismo resulta doloroso aceptar los propios defectos, más costoso es que nos los tengan que decir. Por eso debemos ser sumamente finos, delicados y compresivos para criticar o decir algo negativo al otro.
- Jamás le eches en cara los errores del pasado.
Comprensión y amor con las debilidades del otro, igual como queremos que sean con nosotros, es la consigna. Víctor Hugo señala en su obra Los Miserables que ser misericordioso es saber dónde están las heridas del otro y no tocarlas.
- No admitas la negligencia (descuido, apatía).
En el amor debe existir una sana exigencia. Siempre tenemos que buscar lo mejor para la persona que amamos, aunque a veces sea necesario exigirle. Cuando no amamos nos da igual si la persona se supera o no, pero con la persona amada esto jamás puede llegar a suceder.
- Nunca te acuestes con algún problema sin resolver.
Humildad para hablar, para aceptar lo que de culpa nos corresponde en cada desacuerdo. Olvidar los resentimientos y rencores, confiar en la pareja y prepararse para el perdón.
- Recuerda decirle, por lo menos una vez en el día, algo cariñoso a tu cónyuge.
Cuidar los detalles, los mismos que a veces se pierden con los años. Si ellos faltan, el matrimonio comienza a vivir según las circunstancias y no por el amor.
- Cuando te equivoques, admítelo y pide disculpas.
Para muchos el pedir disculpas equivale a una humillación, pero NO: Es grande el que reconoce que es un ser humano con debilidades y defectos y que lucha cada día por superarse. Dos no pelean si uno no quiere y el que está equivocado es el que más habla o grita.
Por lógica, quién está más calmado ve las cosas con mayor claridad y podrá ceder con más tranquilidad y paz interior.
Diez buenas y prácticas ideas para hacer crecer el amor y la admiración hacia el otro.