Escrito para mis hijos Pablo y Romina, mis personajes del cuento, cuando tenian miedo de dormir con la luz apagada
Larry Hou era un niño de ocho años que, como todos los chicos de ocho años, iba al colegio, hacía lío y se peleaba con su hermana. Vivía con su papá, su mamá y su hermanita, la bella Brunilda, que tenía 4 añitos, en una casa en el bosque de más allá.
Larry pasaba el día jugando a la pelota, peleándose con Brunilda, jugando a las figuritas, peleándose con Brunilda, jugando a las bolitas, peleándose con Brunilda, mirando dibujitos, peleándose con Brunilda y así sucesivamente...
El asunto es que de día todo estaba bien, pero al llegar la noche Larry tenía un grave problema... ¡No quería ir a dormir!. Le decía a sus papás que lo dejaran un ratito más, y después otro ratito, y después otro, hasta que no le quedaba más remedio que acostarse, pero no podía dormir...
Su papá le había dicho que si no podía dormir contara ovejitas, pero Larry contaba ovejas, contaba vacas, contaba canguros, contaba lagartos, mosquitos, hormigas, pero el sueño le sacaba la lengua y no quería venir.
Una noche, en la que Larry empezaba por fin a dormirse, algo le llamó la atención. Se sentó en la cama, se refregó los ojos y sí, estaba ahí!... era un caballito blanco alado que al ver que lo miraba le dijo... "Me envían a buscarte del país de los sueños, quieren que lo conozcas y que veas lo hermoso que es dormir y soñar, por la mañana, antes que salga el sol, te traeré de nuevo".
Larry, que no sabía si estaba despierto o soñando, llamó a su hermanita, que se despertó asombrada, y los dos se subieron al caballito el cual salió por la ventana y empezó a volar directamente sobre el fantástico mundo de la ilusión.
Larry y Brunilda podían ver hermosos paisajes cubiertos de flores, ríos de dulce de leche, montañas de chocolate, árboles que en primavera florecían en juguetes, estrellas de algodón.
De pronto, el caballito señaló con una de sus alas un valle y dijo..."Esto es algo que les va a gustar", y descendió en picada hasta aterrizar suavemente sobre el pasto color azul. Bueno, dijo el caballito, aquí los dejo, más tarde los volveré a buscar... y sin más explicaciones salió volando hasta desaparecer en el cielo.
Larry y Brunilda se miraron, si bien no tenían miedo, no sabían donde estaban y no le gustó demasiado quedarse solos.
En eso estaban, cuando de un bosque cercano vino un rugido infernal. Brunilda que era chiquita, rubia y rulienta se abrazó a Larry y a los pocos segundos hizo su aparición un dinosaurio gigantesco, de dos cuadras de alto, que tenía unos colmillos largos como árboles sin ramas.
Larry no sabía que hacer, mientras el dinosaurio se acercaba más...
Cuando estaba ya a pocos metros de ellos, los miró con sus ojos que brillaban como fuego y con voz gruesa de dinosaurio les dijo... "Se saluda, ¿No?"...
Larry, que no entendía nada por las dudas dijo, "Buen día señor dinosaurio"
Así me gusta más, dijo el dinosaurio, pero llámenme "Chiquitín" todos me dicen así porque soy el más petiso de todos los dinosaurios de esta región. Y ustedes... ¿Cómo se llaman?...
Yo soy Larry Hou y ella es mi hermanita Brunilda...
¿Larry Mou? ¿Larry Mou?, eso me suena a "Los tres chiflados" dijo el dinosaurio
No, dijo Larry, Larry Hou, Hou, se dice con Jota...
Ahh, eso es otra cosa, dijo Chiquitín, y... ¿Qué hacen aquí?...
Es que no puedo dormir a la noche y...,
Ya entiendo, dijo el dinosaurio poniendo cara de preocupado, suban a mi mano que los llevaré a ver al mago Chin Chu Lin, el sabrá que hacer...
Dicho esto los dos hermanitos se subieron a la mano del dinosaurio y partieron con él.
Después de cruzar ríos y montañas vieron justo al final de un bosque una casita con forma de castillo.