Esto de las audiencias, los sharesy demás milongas, tienen su coña.Hoy, El Mundo, que de eso de audiencias, lectores e historias parecidas, sabe un montón, titulaba: "Alonso también pierde audiencia". ¡Manda huevos!que diría el señor Trillo.Ni más ni menos que nueve millones y pico de ciudadanas-os estuvimos pegados a la tele, ya sea en Telecincoo en la catalana (estos ya se sabe que por llevar la contraria) esperando el milagro, que a punto estuvo de producirse. Si eso es perder audiencia...
Claro, estos contumacesy objetivosobservadores, comparaban esa disparatadacifra con los nueve millones cuatrocientos mil telespectadores de año pasado y entonces, ciertamenteno mentian, pero realmente, tampoco decían la verdad. Ha sido todo un éxito tanto para la cadena, como para los patrocinadores, como para la Formula I, y eso es incuestionable. Vodafone,que es uno de los que paga una pasta gansa por la publicidad de Alonso y Hamilton,que aprovechando la coyuntura de la buena relaciónentre ámbos había lanzado un spot en Inglaterra, animando al inglés,y otro diferente en España, animando al asturiano,estaba más que encantado. Smobypatrocinador de Alonso,piensa llegar a vender medio millón de coches teledirigidos Mc Larenestas próximas fiestas navideñas. El Johnnie y el Walkerfelices, los de la Mutua Madrileña eufóricos, los hermanos Hugoy Bossno cabían en sus calzoncillos de gozo, los chinitos de Oigomás que contentos y hasta el mismísimo señor Botín,no podía disimular su satisfacción por la buena inversión realizada. Porque ustedes deben saber que además del enorme éxito de audiencia, se habían ahorrado un pastón que tendrían que haber pagado en el caso de que el inglés o el español, se hubieran adjudicado el título y ya saben que la pela es la pela y el objetivo estaba conseguido.
Asi que vamos a dejarnos de cuentos chinos y reconozcamos que el poder de convocatoria de Fernando Alonsoes extraordinario y que sus patrocinadores estan más que felices con los euros que ponen, y que reciben, seguramente, más de lo que se merecen. ¡Y eso que el guajeno es simpático! Menos mal.