Nunca le cayó bien a casi nadie. Pobre chico. No es guapo, ni atractivo, ni culto, ni simpático, y al parecer no tenía un duro, en fin que el Marichalar,ni es, ni fue, lo que se llama un príncipe azul. Además para mayor inriel hombre nació en Soria, ciudad sin excesivo sex apell, allí donde solamente Machadosupo encontrar sus bellezas ocultas. No, no era un efebo agraciado, pero no nos confundamos, ella tampoco era Julia Ormond,y aunque de buena familia, podía darse con un canto en los dientes. Se casaron, en Sevilla, menudo bodorrio, y tuvieron dos críos muy majetones, y aunque él seguía practicando sus rarezas con fularesy pulseras incluidas, la cosa parecía que funcionaba. Y entonces...le dio un yuyus... pero nada que entre rehabilitación y consejo de administración el tío salió palante.Y cuando parecía casi solucionada la papeleta, van y sacan un comunicado con un cese temporalde relaciones. Bueno, hasta aquí más o menos los hechos conocidos por todos, pero es que ahora empiezan los listos y listasde turno, con programas de tele en prime time y portadas de revistas, incluso de derechas,a contar con evidente mala leche y dudosa veracidad, que si el chico le daba esporádicamentea la coca, sin Cola, y que la pobre infanta es una mujer engañada, que tiene derecho a la nulidad matrimonial. ¡Manda huevos! Como somos en este país...lo que nos gusta hacer leña con los árboles caídos y con los que están de pie. Con tal de ganar un euro, somos capaces de enfarloparal mismísimo Don Quijote.Pandilla de gentuza y juntaletrasde chichinabo,¿Porqué no dejáis a cada uno con su problema, sin necesidad de inventos rocambolescos y acusaciones veladas entre líneas?. Manda carajo esta jodía profesión nuestra...