Realmente somos la puñeta. En ese momento de duerme vela vespertino de agosto, veo en la tele como un tipo de casi dos metros, negro como el tizón, y hablando un espanglisininteligible, me viene a contar su amor por la Patria y por la bandera, y lo orgulloso que se siente de ofrecer ese triunfo a toda España. ¡Pero qué carajo es esto! Os puedo asegurar que entre el montón de defectos que me adornan, en ningún sitio, ni por parte materna, ni por parte paterna, ni de manera adquirida, aparece un solo gramo de xenofobia, para nada, pero desde luego no soy en absoluto una gilipollas. Como narices pretenden que sienta lo mismo por un resultado de Pirri, Salaberría, Iker, Samuel, Nadal, Gasol, Llaneras, Cal, Domínguez, Mengual y tantos y tantos otros, como por el de un tipo-a que me cuentan que es español-a por el hecho de vestir de rojo enroscarse en la bandera y decir que ama a la Patria. ¡No me jorobes! Yo pensaba que esto de los Juegos Olímpicos era más serio, pero que va. Como en todo, la pela es la pela y los resultados son lo que cuentan. Resulta que un señor o señora se viene aquí desde nadie sabe donde, se le pone la camiseta roja y hala a participar por España. Y digo lo de nuestro país, pero en todos los sitios cuecen habas. Un mejicano al que los USAputearon malamente a sus progenitores, se coloca la mano en el corazón (será para que no salte) y se proclama más yanki de Jorgito Bush. Una francesa y una centroamericana forman la pareja australiana de no se que deporte. Un marroquí gana la medalla y recorre la pista con la bandera de Bareim. Un negrazo imponente gana otra medalla para Dinamarca.....bueno no se si para reír o para llorar. Miren ustedes, tenemos que dejarnos de cuentos chinos (nunca mejor dicho), y si nacemos en un país grande o pequeño, rico o pobre, bonito o feo, participamos por ese país o no participamos. Siempre ha habido y siempre habrá, indios y vaqueros, y los indios tienen el derecho de ser indios, y los vaqueros de ser vaqueros. Pero qué es eso de que tenemos que sentir lo mismo por uno que por otro. Eso lo dirá Ud. que vive del cuento y de los resultados de unos y de otros. ¡Vaya jeta! Pues yo no siento lo mismo... y ellos... tampoco.