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Pascua de resurrección

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La Resurreccion es la metáfora de la condición más alta que un ser humano puede alcanzar, la condición de Cristo, la Divinidad.



PASCUA DE RESURRECCION
 
‘Si no ha resucitado Jesús, estamos jodidos’. Me interesa esa frase porque hace referencia a uno de los mayores obstáculos para entender la Resurrección. La sola máxima hace de la resurrección como algo que le ha acontecido a un tipo, cuyo nombre es Jesús. 
 
Esta afirmación ha dado lugar a un segundo obstáculo: por ejemplo las preguntas: ¿Qué es lo que Dios va a hacer el día de la resurrección? ¿Tendrán los hombres el mismo cuerpo? ¿Serán del mismo tamaño? ¿El que es feo, seguirá siendo feo? ¿El que es ciego o manco, seguirá siendo ciego o manco? ¿O todos serán guapos y alegres? ¿Qué hay de los niños que mueren? ¿Se convertirán en niños alados? Suponiendo que todos lleguen a ser adultos ¿Será agradable una vida eterna sin los niños? Y con aquel hombre que murió quemado y no quedó nada de él ¿Cómo se las arreglará Dios?
 
Esa clase de preguntas filosóficas y teológicas ha generado, precisamente, el primer obstáculo fundamental. La primera postura mira demasiado hacia atrás, es decir, al pasado, y la otra mira hacia el futuro. Y así es como comenzaron todos los problemas. Sobre ambos sentidos hemos hablado mucho y ahora estamos casi perdidos, lejos de casa, como un niño que fue llevado al jardín de la municipalidad. El pequeño, viento la algarabía de las mariposas, flores, pajarillos y demás se fue extático detrás de las aves. Se perdió entre las flores. Y después de un buen rato, cayó en la cuenta de que estaba sólo, y comenzó a llorar. Su madre la socorrió inmediatamente y la consoló. Por hablar mucho de la resurrección hemos generado muchas preguntas y ahora estamos casi perdidos. Estamos perdidos en la telaraña de nuestros pensamientos y argumentos apologéticos a cerca de la resurrección. Pero la resurrección no necesita de nuestra defensa. Es más, querer defenderla no es otra cosa sino desvirtuar su sentido.
 
Por decir, si alguien nos pregunta le decimos: Jesús ha resucitado y, como ha resucitado, tú, porque crees en él, también resucitaras. Y si te pregunta ¿Dónde tiene su sustento todo lo que me dices? Le contestas sencillamente que: la Palabra de Dios lo dice: en la Biblia, en el Corán, en el Gita… Tú solo tienes que creer y está arreglado el asunto. Ahí termina todo.
 
Los occidentales hemos hablado algo así a cerca de la resurrección. Los orientales han hablado algo parecido: En el día de la resurrección, después de tu muerte, tendrás leche en abundancia (por eso la vaca es sagrada), porque según ellos, Krishna, estaba lleno de leche; de su cuerpo brotaba leche; si le hacías una herida, tendrías leche a cántaros, para toda la vida. Un Lao Tzeano dirá que: Lao Tze nació anciano, con ochenta y cuatro años. ¿Ochenta y cuatro años en el útero de su madre? ¡Pobre madre! ¡Tendría que haber muerto hace rato! Incluso nueve meses es mucho. Pero así es como afirman los Lao Tzeanos. Los tibetanos no se bañan sino una vez al año, porque su fundador no se bañaba nunca o lo hacia cada cuatro años. Ahora ellos admiten al menos uno al año.
 
Un tibetano recién muerto fue al cielo y se encontró con las puertas cerradas. Y como hacía mucho frío y nieve, y nadie le atendía, el pobre pensó: en el infierno debe haber algo de fuego para calentarse. Iré. Le diré al diablo que me aloje aunque sea a la entradita. Habrá siempre un rincón. Tomó un bus y en un instante llegó al infierno, tocó el timbre y salio un demonio, bien vestido, aromático, simpático, y guapo. El tibetano se presentó y le explico sus motivos. Y el diablo le contestó: ¡Aquí no se reciben apestosos! Así que, el pobre, tuvo que quedarse fuera. No le quedó otra.
 
Algo parecido dijo una campesina del sur de Bolivia: ‘Cuando muera, ojala que Dios, por su piedad, me deje entrar al cielo, aunque sea detrás de la puerta de entrada. Para mi será mas que suficiente’. Otro campesino del norte de Brasil dijo: aquí estoy acostumbrado a trabajar como albañil, esa es mi profesión. Pero cuando vaya al cielo, ¿tendré algún trabajito que hacer? Si allá es contemplar y alabar eternamente a Dios, será aburrido para mí, me sentiré inútil. Con un poco de albañilería estaría satisfecho. Un borracho se impuso un ayuno estricto porque leyó un versículo de los Upanishads: ‘En el cielo habrá ríos y ríos de vino’. Así que se abstuvo, pero en poco tiempo cayó enfermo y murió, pues su cuerpo ya se había hecho dependiente del alcohol. Entre ellos un tipo mujeriego también proyectó un cielo a su medida: mujeres siempre jóvenes, todas esbeltas, de dieciséis años, sus cuerpos siempre dorados, nunca envejecían… Se ha imaginado toda clase de disparates a causa de esas dos o tres posturas que hemos mencionado: unos mirando al pasado, otros proyectándose al futuro, y algunos queriendo defender la resurrección. Todo el mundo proyecta a su modo, no solo los católicos sino también los otros.
 
Con todo hemos aprendido que ni las puertas del pasado, ni las del futuro, ni las de la apologética son adecuadas para abordar una verdad como la resurrección. Ellos no nos conducen al centro de la casa.
 
Un tipo se acercó a un místico y le preguntó: ¿Fue una realidad que Lao Tze nació anciano, con ochenta y cuatro años? Contesto el místico: - Eso es solo un hermoso cuento. Los cuentos son simbólicos, por eso son bellos en sí mismos, a la gente les encanta. Los cuentos son metáforas que hablan de las profundidades de nuestra condicion humana. Pero si empiezas a cargarle de preguntas filosóficas o teológicas se vuelven feos y estúpidos. Y así es como se pierde todo su misterio, su vitalidad, su encanto, su poesía, su aroma, su música. Por eso preguntas como ¿nació realmente Jesús de una virgen? ¿Resucitó realmente Jesús? Son simplemente inútiles. Las preguntas destruyen toda la belleza de las metáforas. Las preguntas son las que matan el espíritu de las metáforas. En este caso, ¡No existen peores asesinas que las preguntas!
 
Jesús debió de ser tan puro y tan inocente que no podía sino nacer de una virgen. ¿Cómo iba a nacer del deseo carnal corriente? Jesús debió de ser tan puro y tan inocente que incluso su madre no pudo haber conocido varón. No hay otra posibilidad. Jesús debió de ser tan puro y tan inocente que tuvo que ser digno de una metáfora de la condición más alta que un ser humano puede alcanzar, la condición de Cristo, la Divinidad. Pero sin duda, todo ello, no es verdadera como hecho, pero lo es como verdad. Es más: como hecho físico, fáctico, ordinario, científico, histórico, Jesús no ha resucitado. Pero la resurrección como una verdad que simboliza la condición más alta que un ser humano puede alcanzar, es una verdad indiscutible. Por eso toda metáfora es siempre ‘COMO SI’. Por lo tanto forzar la resurrección como un hecho fáctico u ordinario, es algo tonto. Y eso es todo lo que la teología ha venido haciendo. Querer probar la resurrección como hecho es estúpido, porque la vida sencillamente no hace excepciones. La vida no es injusta, la que crea injusticia es la mente fanática debido a su énfasis en lo partidario, en lo fragmentario, en lo inesencial.
 
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Etiquetas: Ohslho
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Autor: Ohslho,
Enviado por Ok8iotak1to - 02/04/2010
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