Pienso que en este mundo todo es cuestión de claves. De claves en ambos sentidos: de ida y vuelta. No olvidemos que llave viene de clave, y que ambas tienen que ver una con otra.
Si en lugar de tener nuestra atención pendiente todo el santo día (y la pecadora noche) de lo que y de quienes nos rodean, dedicásemos una mínima parte del tiempo a reflexionar, seguramente daríamos con algunas de esas claves que nos iban a ayudar, no solo a vivir mejor, sino a pensar mejor.
Algunas de las claves que pueden despejar incógnitas respecto a nuestra situación como sociedad en el contexto general del planeta, han salido de la boca de personajes que sí recapacitaron en su día acerca de cuestiones que nos atañen a todos.
Miguel Gila, el genial humorista que bajo la superficie de humor intrascendente y “pata banco” escondía una profunda filosofía de vida, dijo en los albores de la democracia, en respuesta a la pregunta que sobre la situación política y social le formuló un entrevistador televisivo: “La democracia nos ha llegado tan de golpe que no hemos tenido tiempo todavía de digerirla. Entonces, la sociedad española ha adquirido con ella un bien que es la libertad, que no ha aprendido todavía a usar, y por ello sucede lo que sucede. La libertad nos viene grande y algunos la han confundido con el libertinaje”...
Sabias palabras que hoy en día, a años luz de la fecha en que se pronunciaron, tienen más vigencia que nunca. Somos el país de los cangrejos: avanzamos en lo intrascendente y retrocedemos en lo fundamental. ¿Será posible que todavía no hayamos aprendido a utilizar la libertad? ... Pues lo es. Y eso nos da una muestra de que evolución, para nosotros, es una palabra carente de sentido, y, a la vez, de que somos un pueblo que todavía está en pañales respecto a otras naciones que sí han entendido el significado verdadero del término.
Otra de las claves para entender el por qué de nuestra situación actual la dio Felipe González en otra entrevista en la que se le preguntaba acerca de Zapatero y su política, allá por el comienzo de su segunda investidura como presidente: “Zapatero tiene mucha suerte, esperemos que siga así”, dijo, y aclaraba una serie de aspectos al respecto citando logros y hazañas del actual mandatario. Certeras palabras salidas de la boca de la experiencia, en un momento en que todo eran días de vino y rosas.
Lo malo es que esa “buena suerte” ha terminado, como todo en la vida; y ahora estamos en los tiempos de capear temporales con “algo mas” que buena suerte. Este es el momento de demostrar que su gestión va más allá de la buena suerte: que su brazo es fuerte y su inteligencia lúcida para salir del atolladero en que, el mismo y algunos de sus ministros le han metido. No es momento de sacudirse las responsabilidades a golpe de acusación contra la oposición o contra terceros(o cuartos). Es momento de tomar decisiones importantes, porque la opinión pública ha cambiado su sentir respecto a el, y, por añadidura, al socialismo (que es lo grave). Que no todos los socialistas son iguales, ha quedado bien patente en las deserciones, cuando no destituciones soto voce. Y el pueblo, que no es tonto en estos aspectos, se da cuenta de que algo no funciona y las consecuencias pueden ser funestas tanto para la ideología a nivel partido como para un peligroso acercamiento a la derecha, como única vía de salida.
Cuidadoooo... ¡Y mira que lo tenían a huevo para perpetuarse en el poder!... Solo les ha faltado... hacer las cosas bien.