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La experiencia de hablar a niños de primaria

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"El pasado viernes día 4 de Febrero viví una experiencia única para mí. Adelanto ya, que nunca nada me ha llenado tanto como las dos horas que les dediqué a unos curiosos niños de primaria del colegio Narcís Monturiol de Roses. He dado charlas en mil sitios más, pero nunca nada me ha dejado con tal sensación de plenitud llamémosle... ¿espiritual? Fue increible.

Una buena amiga que es profesora de este colegio, me explico que estaban dedicando las dos últimas semanas a la astronomía. En clase explicaban que eran los planetas y galaxias, hablaban de las misiones Apollo y los niños realizaban juegos y manualidades sobre estos temas. Me comentó que contactaron con varias personas de cerca de Roses para que fuesen a dar charlas, pero la mayoría querían ir cobrando. Pero al tratarse de un colegio de primaria, no podían permitírselo. Luego recordó que tenía un amigo que en los campus de verano de baloncesto, por las noches hablaba de astronomía, así que se puso en contacto conmigo y yo acepté de inmediato. Iba a dar dos charlas: Una sobre la vida en el Universo y otra sobre el proyecto Apollo. Yo no cobro nada y parece ser que a los del colegio eso les sorprendió. No pararon de darme las gracias por ello. Las gracias debería darselas yo, por permitirme hablarle a esos chicos de lo que más me gusta.

La tarde empezaba de forma diferente: se me fue el santo al cielo y me preparé una charla para chicos de Bachillerato. No sé cómo, pero se me metió en la cabeza que eran chicos de Bachillerato, con lo cual, preparé unas charlas adaptadas a ese nivel.
Que sorpresa la mía cuando al llegar al lugar, me doy cuenta que es un colegio de primaria. Empiezo a ver niños más bajitos que una seta que corretean a la salida del colegio con el bocata en la mano, que bajan las escaleras cogidos de la mano y cantando, que la maleta es como tres cuartas partes de su cuerpo y que las paredes del lugar están llenas de manualidades con formas de caracol, estrellas de mar y demás. ¡Donde te has metido, Alberto!
Debo reconocer que me puse algo nervioso. Es la primera vez que me equivoco en algo como esto. Pero bueno, decidí improvisar. Me habían contado que eran chicos muy inquietos. Que avasallaban a las profesoras a preguntas. Que era un no parar. Pensé pues, en ponerme en un taburete, en el medio de la clase y que la tomasen conmigo a base de preguntas.

Llegué a la primera clase, eran chicos de 3ero. de EGB. Me di cuenta de algo: me miraban ávidos de preguntar. ¡Dios! ¡Que sensación más agradable! ¡La máxima expresión de la curiosidad! ¡Desde que entré ya levantaban las manos! Fue precioso. Increible. Nunca se debería perder esa curiosidad, esas ganas de preguntar. Lamentablemente, el sistema educativo actual asesina la curiosidad innata de los niños. No está bien preguntar. No se puede criticar a la autoridad. Se debe aprender sí o sí, lo que otros han decidido que debemos aprender o que se supone que es interesante para nosotros, perdiendo por el camino la ilusión por las cosas que realmente nos gustan. En fin, dejémoslo porqué esto nos llevaría muchas horas. ¡Al turrón!

Con los chicos del primer grupo, como he dicho, me senté en un taburete, encendí el portátil para ayudarme con algunas imágenes o videos si llegado el caso los necesitaba y dije: "Bueno, va, preguntad. Lo que queráis". ¡Menuda la lié! Me empezaron a preguntar sobre todo. Y cuando digo todo, es todo. Tenían dudas sobre eclipses, sobre extraterrestres,... ¡incluso sobre la velocidad de la luz! Increible. En las charlas que he dado en mi vida, no recuerdo un día en el que me quedase a cuadros por no saber cómo explicar algo. Ese día me ocurrió constantemente. Especialmente cuando me preguntaron sobre los motivos de que los astronautas llevasen traje espacial en el espacio. ¡Es una pregunta increíblemente buena! Su argumento era sencillo: "Si en el espacio no hay aire que respirar, está bien que lleven escafandra,... ¿Pero traje? ¿Para qué?". Juguemos un poco. Pensad ahora mismo como os las ingeniaríais para explicar lo que es la presión atmosférica a un chico de 3ero. de EGB. Lo pase mal, lo reconozco, pero finalmente supe cómo hacerlo y el mayor regalo que recibí fue que en sucesivas preguntas donde salía el tema, ellos respondían cosas como "¡Ah! ¡Sí! ¡Es lo que explicabas antes de la presión atmosférica!". ¡Lo habían entendido! Y ese conocimiento les dio poder. El poder de comprender el universo donde viven. No conozco mayor poder que ese.

La otra clase, fue más o menos del mismo estilo. Dudas sobre el tamaño de las estrellas, sobre la magnitud del Universo e incluso, un chico me hizo una pregunta que la mayoría de adultos no se habrán hecho nunca: "¿Como podían saber que la Tierra era redonda hace años, antes de salir al espacio para verlo, si mirando al horizonte se ve plana?". Gran pregunta. Y fundamental. Usé el precioso ejemplo de Carl Sagan cuando explicaba las medidas de Eratóstenes. En esta clase también salió el tema de la religión. Tuve que decir de forma más o menos correcta, que las religiones son ideas que ahogan la curiosidad humana. También surgió el tema de los extraterrestres y de "personas que dicen que vienen". Sabéis a qué tipo de personajillos de televisión me refiero. Intenté decirles que hay personas que se intentan aprovechar siempre que pueden del resto de personas, diciéndoles mentiras.

A todo esto, me quedo con algunas cosas que llevaré conmigo durante el resto de mi vida:

Al acabar esta última charla, se me acercaron una chica y un chico que no levantaban un palmo del suelo, y me dijeron con una sinceridad y preocupación que nunca he visto, casi con ojos llorosos por sentirse estafados: "¿Pero por qué hay gente tan mala? Nosotros no les hemos hecho nada. ¿Por qué nos mienten en esos programas que nos dicen que hay extraterrestres por aquí?"
De verdad, debíais haber visto la cara de frustración, de preocupación, con las que me preguntaron eso, pidiéndome explicaciones a mí. No entendían como podía haber gente "tan mala" que se aprovechase de ellos, que son simples chicos y chicas que sienten curiosidad y no son capaces hacer daño a una mosca. Esos chicos valen un imperio.

Otra cosa que me llegó al alma, y en todos los años que llevo haciendo cosas, es sin duda la que más me ha llenado. De hecho, me hizo llorar. Varias veces incluso. Cuando me lo explicaron y durante el resto del día mientras volvía a casa y pensaba en ello. Me lo explicaron a posteriori. Bien, mientras respondía a preguntas de otros chicos, me fije que había uno hacia el final del aula, que estaba todo el rato con la mano levantada. De hecho, todos levantaban las manos constantemente con preguntas. Uno siente un poco de frustración al no poder atenderlos a todos, pero bueno...Por falta de una, llegaba a levantar incluso las dos manos. En cuanto respondí a su primera pregunta, al instante volvió a levantar la mano. Pero le tocaba a otros compañeros ahora. Aun así, de reojo le miraba y lo veía levantar el brazo con un gesto de necesidad increible. Después de responder a otras preguntas, volvía a él. Lo mismo: le respondía y en cuanto acababa volvía a levantar la mano con más dudas. Así hasta en 6 ocasiones que yo recuerde. Pues bueno, resulta que me explicaron que ese chico llevaba mucho tiempo sin hablar, sin preguntar. Creen que podría ser autista. No se relacionaba con los otros. No sentía interés por nada. Los profesores literalmente flipaban. De hecho, cuando el chico preguntaba me fije en varias ocasiones como los profesores lo envalentonaban. Obviamente, cuando me explicaron el caso, rompí a llorar. Ese chico sentía la necesidad de tener respuestas, sentía una pasión o un amor por algo, por las estrellas, galaxias, planetas. La astronomía, despertó su interés. Su curiosidad. Le hizo relacionarse con sus compañeros. Algo que no habían conseguido ni el futbol en el recreo, ni las horas de gimnasia ni ninguna otra de las asignaturas. ¿Por qué? Creo que la respuesta es bastante sencilla: Porqué la ciencia nos hace a todos iguales, porqué todos nos hemos realizado en alguna ocasión a nosotros mismos las preguntas fundamentales: quienes somos, de donde venimo, a donde vamos o que pasara. Ese chico sentía que compartía algo con sus compañeros de clase. Quizá era la primera vez que lo sentía en los últimos meses. No me equivoco a decir, que es la experiencia más placentera de mi vida. Nada me ha llenado nunca tanto. Aun hoy, cuando lo recuerdo, se me humedecen los ojos.

Y finalmente, otra cosa que me llevo, es la actitud de los chicos al finalizar la segunda charla. Sonó el timbre que marcaba que se acaban las clases. Los padres esperaban abajo. Muchos tenían inglés, deporte o simplemente ir al parque a enguarrarse con toboganes y arena. Pero se quedaron ahí. Sentados. Con las manos levantadas. Los profes, de nuevo, anonadados. Todos sabemos cómo son los chicos pequeñajos, que a la que suena el timbre corren como ratillas huyendo de un barco naufraga. Pues no. Allí estaban ellos, inmutables. Sin mover una ceja, con los brazos alzados. Y mientras, los profesores diciéndoles que era hora de irse y tal y cual. Y nada, allí seguían. Pasaban totalmente de la hora, de los padres y de los profesores. Ellos habían conocido a una persona que podía responderles a sus preguntas y no querían desaprovechar la oportunidad. Para que os hagáis una idea, las clases acaban a las 17h. A las 17:40 aun estábamos liados. Y ni un chico se movía con rabia, como queriéndose ir. Es más, todos preguntaban. Pero como todo, la cosa se debía acabar. Yo me hubiese quedado más, pero me dijeron que muchos ya llegaban tarde a clases de idiomas y demás, con lo que tuve que decirles que acabábamos. Se escucho el típico "¡Oooh!" acompañado de muchos "¡No!" y "¡Porfi!". Pero que sorpresa la mía, cuando mientras recogía mis bártulos, vi como un grupo de 10 u 11 se esperaban. Me engancharon por el camino, me envolvieron y no pararon de hacerme preguntas todos a la vez. ¡Qué imagen! ¡Para verme! Yo, bajando unas escaleras con 8 o 9 chicos que me llegaban a la cintura y que me rodeaban. Así hasta la calle, donde nos esperaban sus padres. Es increible. ¡Su necesidad de respuestas les llevó a aprovechar incluso el último minuto!

Cuando sus padres los recogieron, escuchaba comentarios donde decían que era el mejor día de sus vidas en el colegio, o que nunca se lo habían pasado tan bien.

Ahora supongo que entendéis porqué digo que es la experiencia que más me ha llenado en la vida. De hecho, este tipo de charlas te ayudan a saber si realmente comprendes lo que explicas ya que te obligan a buscar la forma más sencilla de explicar ideas que son complejas. Si lo consigues -y creo que lo conseguí-, recibes como una recarga de energía, de sensación de poder que es indescriptible. Nunca había tenido experiencia con chicos de primaria. Siempre han sido institutos o universidades. Centros cívicos o culturales. Pero chicos tan pequeños nunca. De hecho, siempre me había preguntado como seria pero no me había planteado hacerlo. Pensaba que en los colegios estarían por otros menesteres. Ahora no paro de pensar en la siguiente ocasión para hablar a chicos de primaria. Lo prefiero incluso, antes que otras cosas. Que sensación. Que plenitud. Anduve varios días "atontado". Cómo hubira deseado a su edad que alguien viniese a hablarnos sobre estos temas... Y lo peor de todo, es no saber cómo compartir lo que viví con otras personas. No sé explicarlo. Y si lo explico, me quedo corto. La sensación de verles comprender las cosas es indescriptible. Ver como se les abren más los ojos. Ver como con cada respuesta les vienen más dudas. La máxima ejemplificación de la duda e incluso me atrevería a decir de la curiosidad en la ciencia, son ellos. Ellos que se sirven de las nuevas respuestas para plantearse nuevas preguntas. Ellos que no tienen tabús ni miedos en preguntar. Ellos que con su inocencia no tienen reparos en aventurarse con preguntas por las que unos años más tarde les tildarán de "tontos" o "estúpidos", sin saber que el hecho de realizar la pregunta les pondrá inmediatamente por encima de esos que les faltaran el respeto. Lo sé yo y lo sabéis vosotros. Sucederá. Un día les ahogaran la duda, la curiosidad. Simplemente espero que ese momento llegue muy tarde. O quizá, que dentro de mis posibilidades, pueda poner un granito de arena por retrasar ese instante lo máximo que pueda. Mientras yo pueda, mientras se me permita, intentaré que ese momento no llegue nunca.

Ahogar la curiosidad del niño, elimina precisamente lo que nos hace humanos."

 
Fuente: http://cerebrosnolavados.blogspot.com/2011/02/la-experiencia-de-hablar-ninos-de.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+CerebrosNoLavados+%28Cerebros+no+lavados%29
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Enviado por Benito Camela - 06/06/2011ir arriba
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1) delfin dijo...
delfin
me gusto, por la humanidad del autor, le gusta transmitir sus conocimientos, adelante
 0   0  delfin - [08/06/2011 23:49:16] - ip registrada
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