Las crisis son una oportunidad para mejorar. Confirman que algo no va por buen camino, simbolizan la necesidad de un cambio, evidencian la llegada de algo nuevo.
Albert Einstein, refiriéndose a la crisis, dijo: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque ella trae progresos. La creatividad nace de la noche oscura. Es en la crisis cuando nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones.“
Ahora afrontamos una crisis evidente, cada día podemos comprobar cómo aumenta el número de gente parada e inactiva, no hace falta más que leer cualquier diario, encender la tele o revisar nuestro e-mail para ser conscientes de que hoy hay más trabajadores que puestos de trabajo.
Los sueldos no sólo no están subiendo, sino que más bien bajan, la mayoría de nuestros trabajos pueden, o podrán en un futuro cercano, ser realizados por personas que están a kilómetros de nosotros, con las que no podremos competir en precios ni disponibilidad horaria (léase mercados emergentes como China o India).
La mejor manera de sobrevivir dentro de este panorama, es tener fuentes de ingresos propias. ¿Qué quiero decir con propias? Veamos…
Un trabajo convencional es una fuente de ingresos ajena que no depende de nosotros mismos, sino de una tercera o terceras personas. Por muy bien que realices tu trabajo no existen garantías reales ni tangibles de que un empleo es “seguro”, de cuántos años estaremos en él, ni de si es en este trabajo que llegaremos a la jubilación. Si eres funcionario, ¡qué suerte tienes!, muy seguramente nunca serás rico, pero sí que sabes a que te vas a dedicar hasta cumplir los 65 años, o he de decir 67?, o tal vez en unos años sean los 75? En cualquier caso, si es así, enhorabuena, ahora puedes dejar de leer. Si no es tu caso, creo que deberás llegar hasta el final de este artículo.
La diferencia entre un trabajo de los anteriores y un trabajo propio, es que éste te da la garantía de que si eres lo bastante creativo y bueno haciendo lo que haces, las cosas te irán bien. Tu vida mejora, cuando tú mejoras. Es imposible que tu vida funcione bien (salud, economía, relaciones personales, etc.) si tú antes no has mejorado como persona. Primero has de ser, después has de hacer y finalmente tendrás. Normalmente la mayoría de las personas quieren tener una situación económica buena pero se olvidan de ser buenos en lo que hacen y hacer las cosas bien.
La crisis pasará, pero la globalización se quedará. La mayoría de las personas no tiene ni la información ni la preparación necesaria para afrontarla. El mundo económico ha cambiado las reglas de funcionamiento, es una realidad que no podemos negar. En Europa nos hemos de olvidar de la economía de producción y debemos entrar en una economía de servicios; países como EEUU o Japón ya lo hacen, y es por ello que están en una posición diferente frente al futuro. Tenemos que rediseñarnos a nosotros mismos, cambiar muchos trabajos que dejarán de tener sentido y hacer otros nuevos, formarnos, especializarnos en servicios concretos, aprovechando todo el potencial que tenemos.
Pronto la producción se irá deslocalizando y emigrando hacia otros países más competitivos en precio. Esto a la larga, nos beneficiará a todos, como consumidores finales. Tenemos que competir con talento, creatividad y aportar un valor añadido. Hemos de hacer un plus de esfuerzo para mejorar todo lo que hacemos e innovar.
Fuente:
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