Es curioso observar como en los tiempos de crisis la gente se ilusiona por algo que generalmente suele ser una quimera, como es ganarse la lotería o las quinielas, entre mas carestía económica existe mas se juega a los juegos de azar esto que parece una paradoja es comprensible si se mira desde el prisma de la desesperación, es como agarrarse a un clavo ardiendo, ya que muchos de estos jugadores el dinero que tienen para cosas básicas como es comer y vestir se lo gastan en esos juegos y mientras tanto viven de la ilusión, hasta que la dura realidad les hace despertar de su sueño, pero no por ello cejan en su empeño La fe mueve montañas se dice, en este caso también mueve millones, si se hicieran unas estadísticas de los negocios que la crisis económica mas ha perjudicado los de los juegos de azar seguramente no figurarían en cabeza y es que no hay mayor negocio que el de la fe, que es consecuencia de la desesperación o de cuando no nos podemos agarrar a algo tangible y recurrimos a la abstracción, llámese Dios, suerte, virgen o santos, el negocio de la ilusión (juegos de azar) y el de la fe, en este caso relgiosa, en estos tiempos de penurias se dispara, sino que le pregunten a quienes la avivan, porque saben que es el producto mas rentable y seguro que existe, si se quiere hacer una idea de ello no hay sino que darse una vuelta por Lourdes o Fátima.
Otro fenómeno que hace que la gente viva anestesiada, es el fútbol, en esos estadios atiborrados los fines de semana seguro que están muchos de los que engrosan las listas del paro, se gastan lo que no tienen pero es igual, viven de la ilusión de poder ver a su equipo, que serían de ellos si no existiera el fútbol los bingos. Loterías y quinielas, no tendrían a que agarrarse.
Vivir de ilusión tiene un precio, y ese precio es aprovechado por otros para vivir su realidad, la realidad de una buena vida.