Una flor de azahar

Hoy he recibido la primera flor de azahar

Hoy es un día frío, gris, con un poco de lluvia, que es sólo la traducción lógica de la humedad que nos rodea.
Hoy es un día más, en el que todo lo que me rodea me recuerda que estamos, ya por fin, cambios climáticos aparte, en invierno.

Hoy es uno de esos días en los que pienso que quizá no queda nada tan hermoso en la tierra o tan simple en mi vida que me haga pensar.

Hoy después de un montón de horas de arduo trabajo, ha llegado a mis manos una flor de azahar.

Para los sureños, esta flor es simple y llanamente el inicio de la primavera, es una de las primeras en abrir, y una de las primeras en morir, sólo la secunda la flor del almendro. En Málaga, mi ciudad, mi maravillosa tierra mediterránea, una flor de azahar es simplemente el testimonio vivo de que, no importa cuándo y cómo llegó el invierno, o cómo y cuándo se irá, seguro, habrá otra primavera.

Alguien, un amigo por cierto, músico y persona maravillosa y sensible donde los haya, trajo a mis manos esta pequeña maravilla de la naturaleza.

Hoy, mi amigo, me hizo feliz, entregándome el legado de tantas y tantas primaveras, suaves susurros de poesía para adormecer la pena del invierno. Invierno que no obstante, debemos apreciar en su justa medida, ¿cómo recordaríamos el perfume del azahar sin olvidarlo previamente?. ¿Cómo apreciaríamos el calor del atardecer sin sentir el frío de la aurora?. Pensad, sentid y susurrad al alba, esto es la vida.

Ayer fue, hoy es, mañana, si Dios quiere y el tiempo no lo impide, a mi entender y en mis cortas luces: SERÁ.