Hoy te he leído Damaquito.
Mis recuerdos te llegaron y despertaron tus propios sentires. Ven, sientate a mi lado. Hay un fuego encendido y mil historias para contarte.
Recuerdo una vez ... así se empieza no es cierto?
Bien, esta te la dedico a ti pero, te pido disculpas, hace rato que no cuento historias y se me puso holgazán el corazón. Quizás no sepa ubicar bien las palabras. solo te pido disculpas, Damaquito.
Una vez encontré esta vida y quise devolverla, pero no aceptaron la devolución y tuve que quedarmela. Inventé a Joaquín Piedrabuena para que mis pequeños hijos se durmieran al final de mis relatos y sin embargo, Damaquito, me dormía yo.
Tal vez tú también te duermas esta noche, pero eso hará que lo te voy a contar valga la pena. Entonces, pues, allá va.
Estaba yo junto a la orilla de la represa que alimentaba de agua los bebederos de los animales de la estancia La Sevillana, cuando divisé entre la arena y el agua, un pequeño huevo de color marrón. Lo tomé con mi mano y me pregunté de que ave sería. También pensé que pudiera llegar a ser de una víbora o de una lagartija.
La cosa era que, como todo niño, me dio curiosidad el saber que contenía, asi que lo coloqué en el piso de arena y le di un golpe y el huevo se rompió.
Me estremecí cuando no vi ni clara ni yema dentro, tan solo un pequeño ser que parecia algo asi como un gusano pero con cuernos en la cabeza.
Con un poco de miedo lo´dejé tirado en la arena y corrí a buscar a Don Roque, que como todos sabrán era mi padre. Le conté lo sucedido y el me dijo:
-No hay problemas hijo; son cosas que ocurren, debe ser el embrión de un gorrión o una paloma. No te preocupes.
Sin embargo don Roque se acercoó y vio lo que yo había puesto al descubierto.
-Es un basilisco, -dijo, con voz de preocupación.-Esta no me la esperaba- balbuceó.
Yo sentí miedo de haber hecho algo malo, pero la mano de mi padre en en mi cuello me dio la respuesta: la preocupación de don Roque no era por mi, sino pòr lo que yo había descubierto ese día.
Y asi, con la mirada fija en el "basilisco" mi padre se alejó pensativo.
Que era ese famoso y a la vez misterioso "basilisco".
Bien, Don Roque me puso al tanto. El Basilisco era el engendro mas tenebroso de la época y sacarlo de su período de incubación resguardado por la cascara del huevo significaba despertar su ira.
El hecho se me opacó en el olvido del atardecer, pero esa noche me dormí pensando en la cara de preocupación de mi padre.
A la mañana siguiente me levanté con mucha soñolencia y recorrí los metros de galería hasta llegar a la cocina y encontrarme con el suculento desayuno que mi madre, Doña Aurelia, regularmente me preparaba.
Sin embargo no encontré nada de aquello. Mi madre no se había levantado aun porque había pasado la noche con mucha fiebre.
Mis hermanos estaban en el galpón conversando en voz baja con el resto de los peones y Don Roque estaba desollando una cabra que sin causas aparente, había sido atacada y muerta por algo en la madrugada.
¿Que era ese algo?, pues nadie supo explicarlo.
En las inmediaciones de la estancia había pumas y gatos monteses, pero era poco probable que estos hubieran sido los autores del hecho porque no existian huellas de algun forcejeo entre felinos y cabras.
Ademas estos salen a cazar por las nochesy y ni un solo indicio acompañaba la idea que