El Chajá es un ave natural de América del Sur. Su ubicación comprende el oriente central del continente; incluyendo el sur de Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina. Se le ha visto al este de Perú.
Habita en tierras bajas a poca elevación. Normalmente se mantiene en lugares cerca de los depósitos de agua dulce; así como las marismas y a la orilla de los lagos y lagunas. Frecuenta los pastizales. Se les ve en parejas y en ocasiones en grupos. Esa es la definición que le da una enciclopedia publicada en internet. El chajá me llamó siempre la atención. De niño, hasta soñé con ellos. Un día me convertí en Chajá. Anduve por las costas y los bañados de la pampa argentina. Me sentí libre, pero a la vez arisco, con cierto temor de cada movimiento. Entonces, no se como; ni cuando, me vi impulsado por los vientos, y comencé a volar. En mi vuelo busqué oídos que me escuchen y ojos que me vean, pero solo pude oír el eco de mi canto de chajá y nadie quiso ver mi plumaje, quizás opaco y deslucido. Me deleité entonces viendo mi imagen reflejada en los arroyos, en donde sacié mi sed. Calmé mi hambre con las semillas y los frutos del campo.
Sin embargo los hombres me persiguieron y aunque yo quería hablarles, y quería explicarles que no soy un ave rapaz. Que fui un hombre, un poeta; que quise volar y me crecieron alas y que con esas alas traté de alcanzar mis sueños. Sueños postergados de niño pobre, olvidado por las ciudades, por los mismos que trataban de inculcarme sus propias enseñanzas. Quise explicar todo eso. Pero no me entendieron. Me dispararon y me hirieron. Y caí a tierra y me destrozaron y solo fui sueños. No importa, algún día volveré a volar y escucharan mi canto que es un grito y volveré a ser libre. Cuando recorras los bañados y los pastizales de mi tierra me verás. Acuérdate de mí, soy un poeta que escribe sueños. Que ve el cielo desde lo alto y a veces cae y muere porque los proyectiles lo alcanzan. Pero mis sueños renacen con cada amanecer y se prolongan hasta que lo alumbran las mismas estrellas cuando anochece.
Cuando veas un Chajá en vuelo, surcando el cielo tan libre y tan celeste como la pureza del rostro de un niño, ya lo sabes, no es un ave, a lo mejor es un poeta que sueña, quizás se parece a un chajá, o tal vez lo sea…no se, pero en ese vuelo es un ser totalmente libre!!!