Este post quiere hablar de la responsabilidad que Disney, en su calidad de uno de los principales generadores de contenidos infantiles, tiene en el ahogamiento actual de la infancia como etapa de desarrollo del individuo.
Me explico:
Hace apenas una generación el espacio natural de la infancia se extendía hasta la adolescencia, e incluía el inicio de los dolores: la pubertad. Durante todo ese tiempo, lo que se esperaba de un niño era lo que cabía esperar de un niño y lo que se ofrecía a un niño era lo que a un niño cabía que le fuera ofrecido.
En los contenidos de las películas Disney estos parámetros eran diáfanos e indiscutibles, pues la conducta de sus personajes infantilescorrespondía siempre a modelos infantiles y la conducta de los personajes adultos cuyo modelo se proponía (argumento éste injusta y repetidamente empleado por los requetemoderniprogres para denigrar aquellos clásicos) no quebraban la inocencia de la visión infantil, aunque algunos aspectos argumentales de los clásicos Disney se alejan notablemente de lo que hoy consideraríamos políticamente correcto.
Cabe notar en este punto dos cosas: primero, que pocos de los argumentos Disney eran realmente originales, sino revisiones de cuentos clásicos, y segundo, que los personajes infantiles Disney no fueron humanos hasta Peter Pan. Y es precisamente esta película la que mejor ilustra lo que quiero exponer, pues presenta en los tres niños las tres etapas: infancia, pubertad y adolescencia.
El hecho es que a nadie se le ocurriría pensar que en la actualidad pudiera llevarse a cabo semejante película, sencillamente porque se aleja de las directrices actuales de tratamiento de tales personajes.Si Disney (o cualquier otro) revisara el clásico para producir una nueva película de animación convertiría, seguramente, a la familia en:
- un hogar monoparental o con las tensiones propias de un matrimonio al borde del abismo,
- a un bebé falto de atención,
- un niño pre-adolescente, violento y sin sentido de la autoridad,
- y a una Wendy en plena explosión hormonal y absoluto desprecio por sus progenitores y la maternidad.
Personalmente no me cabe la menor duda de que la decisión de "actualizar los modelos" está estrechamente relacionada con estudios de mercado que vinculan el nivel de consumo y los cambios de ciclo de los productos al despertar sexual y la pérdida de referentes adultos. Como consecuencia de ello los modelos transmitidos a través de los productos audiovisuales para consumo infantil constriñen (y éste es el mensaje de este post) voluntariamente el espacio natural de la infancia de manera que avanza comportamientos adolescentes, indiscutiblemente relacionados con el papel de las hormonas en el desarrollo fisiológico, a edades en las que tal revolución hormonal aún no ha tenido lugar.
Así, es cada vez más frecuente que niñas de diez años se maquillen y no acepten sino una estética en el vestir llena de un erotismo que, en condiciones normales, no despertaría en ellas hasta algunos años más tarde.Pero lo peor no es que las grandes corporaciones se hayan plegado a las estrategias que benefician a sus intereses, sino que nosotros, los ciudadanos de a pie nos hemos creído el mensaje a pies juntillas y hemos asimilado los modelos sin cuestionarlos, privando a nuestros hijos, por dejadez en el ejercicio de nuestra responsabilidad, de los años de niñez a los que tienen derecho.
Y si se nos hace extraño llamar niño a una persona de catorce años, como hacía la pasada generación es que, en el fondo, no somos tan diferentes de Disney.