Soy lector habitual de las novelas de Terry Pratchett, ambientadas habitualmente en el Mundodisco, un planeta imaginario que, para empezar, es plano, y no esférico, para continuar, reposa sobre cuatro elefantes gigantes, y para terminar, esos cuatro elefantes dan vueltas sobre el caparazón de una gigantesca tortuga estelar (Gran A’tuin) que navega por el universo.
Extravagante, sin dudas, pero Terry Pratchett desarrolla en este universo alternativo una serie de divertidas novelas de fantasía que suponen con frecuencia una inteligente parodia de la sociedad occidental, y que en sus mejores momentos consigue arrancarnos carcajadas.
Muchas están ambientadas a nivel local en Ankh- Morpork, ciudad que ha conseguido un interesante pacto social para mantener controlada la delincuencia de todo tipo. Me refiero al Gremio de Ladrones, Rateros, Revientapisos y Profesiones Relacionadas, que Pratchett describe de la siguiente forma:
“Respetable cuerpo que, de hecho, representaba a los agentes de la ley de la ciudad. La explicación de esto es la siguiente: se entregaba al Gremio una cuota anual que representaba un nivel socialmente aceptable de robos, asaltos y asesinatos. A cambio, el Gremio se comprometía a encargarse de que todo crimen no oficial fuera aplastado, apuñalado, descuartizado y repartido por la ciudad en bolsas de papel. La gente consideraba que era un acuerdo económico y muy aceptable, aunque con algunas disidencias: no opinaban así, por ejemplo, las víctimas de los robos y asesinatos, que se negaban a desempeñar su papel en la sociedad. De esta manera, los ladrones de la ciudad pudieron estructurar decentemente sus carreras, instaurando exámenes de ingreso y códigos de conducta similares a los de otras profesiones…, a las que rápidamente empezaron a parecerse, ya que en el fondo no eran tan diferentes.”
¿Hilarante? ¿Absurdo?.. Si se piensa en el funcionamiento de nuestras fuerzas de seguridad, su relación con el crimen y las mafias, la actuación interesada de los poderes públicos, y la actitud de la población, tal vez se concluya que, al fin y al cabo, la realidad no está tan distante…