Ayer tuve una visión.
Ocurrió repentinamente, sin previo aviso, cuando compraba para mi hija “Harry Potter y el Cáliz de Fuego”. Me cobraron 22 euros. Hablamos de una novela que ha vendido decenas de millones de ejemplares en todo el mundo. El cálculo mental fue rápido. Coste de fabricación: Cuatro euros. Coste de distribución y margen del autor y del minorista: once euros. Total quince euros. Margen de beneficio: 31%. Nada mal, aunque lógico si se ostenta el monopolio de la edición y se está dispuesto a exprimirlo al máximo, negándose a hacer ediciones asequibles.
Entonces tuve la visión.Aunque primero fue un flashback. Me sentí como hace diez años, cuando descubrí Napster. Los CDs valían por entonces de 20 a 22 euros. Los ejecutivos (es un decir) de las discográficas despreciaban el mp3 como un invento de geeks insomnes. Cuando empezaron a ver las orejas al lobo y a inquietarse por el intercambio de archivos P2P, pensaron que con acudir a los tribunales todo se acabaría, y podrían seguir exprimiendo las ubres de lo que hasta entonces era su monopolio tecnológico.
Y fue entonces cuando ví el futuro.
Ahora el Kindle, el Sony Reader o el Papyre son tan sólo exitosos gadgets. Pronto, Apple, Microsoft u otra empresa visionaria diseñará un modelo que se adaptará perfectamente a los gustos y deseos del consumidor. Y se hará masivo. Los ejecutivos (es un decir) de las editoriales duermen ahora tranquilos bajo sus antiestéticas barrigas. Piensan que los e-book son cosas curiosas que nunca sustituirán su jugoso oligopolio. Ignorantes. Ni siquiera saben (ineptos) que la revolución (semejante a la que provocara Gutenberg) ha comenzado. Que en Emule encuentras cualquier libro que busques. Que existen cientos de blogs donde ponen a libre disposición miles de libros digitales, de todas las épocas, de todos los autores.
En sies o siete años como máximo, los jóvenes ya no comprarán libros (como hoy no compran CDs). Y el recambio generacional hará el resto poco a poco. No se dejará totalmente de adquirir libros, porque siempre existirán adictos al papel. Pero ésos serán solo un quince o veinte por ciento del total. Las editoriales tradicionales acudirán en masa a los tribunales, demonizando a los que se descargan libros por internet, denunciando la "piratería" como amenaza para los escritores.. Pero todo será inútil. En diez años se encontrarán como las discográficas hoy en día, forzadas por los acontecimientos a intentar lo que debieron hacer mucho antes (vender CDs a seis euros, distribuir mp3 por Amazon, etc). Pero ya será demasiado tarde. Ya estarán, como hoy las discográficas, en caída libre.
Y, tal vez, podremos entonces encontrar los harrypotter de turno a doce (honestos) euros.