La sociedad en que vivimos está repleta de injusticias, aunque en promedio (qué peligro de palabra), el nivel sea inferior al de cualquiera de los últimos treinta siglos. Pero siendo como somos ciudadanos occidentales y miembros de la sociedad superdesarrollada, tenemos más que nunca un acceso diario, detallado y extenso a los vericuetos de cada una de estas injusticias a través de todo tipo de medios, fundamentalmente la televisión e internet. Pero, y aquí viene la terrible contradicción, la oportunidad o capacidad que tenemos para modificar estas situaciones es tan reducida como siempre, y en algunos casos incluso menor.. La corrupción, la trata de blancas, la indigencia, la dependencia… Pocos son los medios que tenemos para (desde nuestra posición de ciudadanos de clase media), contribuir aunque sea sólo una miaja a luchar contra estas lacras sociales [alerta lugar común]. Atrevámonos a enumerarlos: nuestro voto a una u otra opción política (o a ninguna) cada cuatro años; Nuestro aporte económico a una fundación u ONG . La dedicación de parte de nuestro tiempo a labores solidarias... Bien, si todos hiciéramos alguna de estas cosas (la primera con un poco de raciocinio), seguramente algunas cosas podrían cambiar. Pero hay otras que no. Sencillamente, porque son esas otras cosas que tan sólo podrían remediarse mediante la actuación directa y decidida de esa entelequia que llamamos poderes públicos. Y esa actuación directa simplemente no existe. Ahí tenemos la trata de blancas, el tráfico de drogas o las mafias para tráfico de inmigrantes, realidades cotidianas en cada municipio de España (sí, también en el tuyo), realizada por personajes y en lugares perfectamente conocidos por todos, pero permitida y usufructuada por los políticos y las fuerzas de seguridad, en especial si éstas son locales. Por eso me gustaría que, por lo menos como postura moral, no aceptáramos con tanta alegría esa droga blanda para nuestras conciencias que son las campañas publicitarias solidarias. Bien realizadas, creativas, brillantes incluso, son unas perfectas mitigadoras de cualquier sentimiento de culpa o de corresponsabilidad que pueda surgir en nuestras mentes burguesas, Pero, realmente creo que ninguna campaña contra la trata de blancas, contra la violencia de género o contra el abuso de menores por ejemplo sirva para nada de nada. La "conciencia social" no modifica la realidad. Nadie de entre los ejecutores de esas actividades va a dejar de realizarlas después de ver un spot. Y el tema es más triste cuando las campañas las realizan directores de prestigio o actores famosos, de los de perfil “solidario” pero que nunca se mojarían donde realmente hay que mojarse. Pero su presencia es coartada moral perfecta para muchas conciencias, que por el efecto de identificación, se sienten mejor al ver rostros famosos en su pantalla amiga. En fin. Ojalá todos esos millones gastados en inútiles pero artísticas campañas se dedicaran a algo práctico. Y ojalá nuestros políticos y fuerzas de seguridad dejaran de mamar de las ubres del delito. Pero ése es ya otro tema.
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