Eso está pero que muy bien, estamos empezando a darnos cuenta. El enorme poder de las televisiones no está en el graciosillo de turno, el periodista-cotilla encargado de novelar la milonga del momento, o en la presentadora enterada que cambia de gafas (previo pago naturalmente) en cada programa, para nada, el poder está en los anunciantes que meten la pasta gansa para que ustedes y yo compremos, viajemos, bebamos o nos aseguremos, en las inmejorables marcas que nos anuncian. Por eso, y aunque aquí todavía el asunto está en pañales, en última instancia, el poder lo tenemos usted y yo. Si a través de una plataforma de espectadores le decimos al Corte Inglés, BMW o Iberia que como continúen anunciando sus productos en tal o cual programa, ni compramos, ni conducimos, ni viajamos con sus productos, les aseguro que en un pis-plasno volveremos a ver ninguno de sus costosos anuncios en los citados programas. Entonces se comprobará que ni Buenafuente, ni Sardá,ni Ana Rosa,ni el mismísimo sursum corda, volverán a meterse en mojados charcos. Todos esos cuentos de la, democracia de los medios, libertad de expresión, obligación de información y pijadassimilares, lo único que pretenden tapar, como es lógico por otra parte, es la consecución de una interesante cuenta de resultadospara el programa y por ende para la cadena. Si Heinekeny El Ocasoretiran la panojadel programilla del Follonero-Buenafuente,les aseguro que por muy accionista que sea el cómico de Reus de la Cadena, en menos que canta un gallo, o sea ya, el graciosillo Folloneroestá en la cola del paro. Y es que el asunto funciona así: Que usted ve un programa de telemierdaque le corta hasta la digestión, pues nada, se pone en contacto con las asociaciones de telespectadores de turno y les da la barrila,que ya se encargarán de contactar con los anunciantes que corresponda para contarles que yogures hay muchos, coches más y cervezas ni hablemos, y que si quieren seguir vendiendo sus productos a un determinado número de clientes, desaparezcan del programa tal o cual. No se si es justo. Tampoco me importa. Pero me parece fenomenal que seamos los videntesde la caja tonta, los que al final tengamos el poder del mando a distancia, porque claro, ver la mierdaestá muy mal, pero pagar por ella... !Ya iba siendo hora coño¡