Artículo publicado en ABC de la Economía Gallega el día 2001-06-27
La semana pasada veíamos en nuestro artículo el aspecto técnico de las conexiones a Internet. Esta semana hablaremos de lo que nos encontramos al contratar una conexión.
Al usar nuestro humilde módem analógico y la línea telefónica de toda la vida podremos contratar un proveedor gratuito y pagar las llamadas telefónicas a unos costes medios de 200 ptas./hora o bien contratar bonos variados y tarifas nocturnas semiplanas para abaratar nuestra conexión. Cuando Internet nos arrebata el corazón empezaremos a conectarnos como poseídos por un espíritu, nuestro bolsillo se resiente, nuestra factura se dispara y la insatisfacción crece al navegar a la ridícula velocidad de cinco Kb/segundo.
Pasaremos algún tiempo así, normalmente el que tardamos en enterarnos de lo que nos cuesta la nueva afición, y buscamos alternativas. Levantamos la cabeza del monitor y vemos las alternativas que nos ofrecen esas bienintencionadas compañías operadores de telecomunicaciones para aliviar la carga en nuestra cartera.
El siguiente paso es la instalación de una línea digital RDSI. Creemos en la publicidad y vemos sus ventajas. Navegamos el doble de rápido y además hablaremos por teléfono al mismo tiempo. Pagaremos lo mismo por nuestras llamadas a Internet pero el coste fijo de la línea será un 50% superior al coste con una humilde línea analógica. El marido, mujer o hijos nos lo agradecerá ya que podrán usar el teléfono.
El cable nos enamorará por su velocidad. Pero, ¿cuándo llegará el cable a mi casa? y, si ha llegado, ¿cómo hacer para contratarlo? Leemos la letra pequeña y nos encontramos con otro monopolio. Y ¿dónde está la labor comercial? Se abren muchas zanjas pero sólo vemos al obrero levantando la calle y no buenas ofertas de servicios.
WAP y el UMTS son utopías sin fundamento. Sólo nos queda la ADSL. 20-25 Kb/seg. de velocidad y todo ello con nuestra línea analógica de siempre. Un ajuste de precio y una promoción adecuada nos llevarían a una verdadera sociedad de la información.
Mientras esto no ocurra nosotros, sufridos usuarios, seguiremos a merced de las mafias de las operadores en aras de un libre mercado que todavía no se vislumbra por ninguna parte.