BURRO GRANDE EN DESPACHO DE MINISTRO
Juventud, divino tesoro; dice el dicho popular; etapa dora en la vida de toda las personas y los sucesos ocurridos en esta etapa, han quedado marcados en nuestras vidas, recuerdos muy dolorosos algunos; otros bellos como los del colegio, los amigos, los maestros, las audaces “palomilladas”, y por que no recuerdos del primer amor.
Asistía por aquellos días a una escuelita fiscal de mi pequeño poblado, donde la disciplina y el estudio eran aspectos fundamentales que rigurosamente padres y maestros cautelaban. Los alumnos generalmente de los últimos años muy inquietos y vivaces eran proclives a poner sobrenombres o apodos a sus compañeros a tal grado de que de tanto llamarlos así, a veces desconocían o se olvidaban de sus verdaderos nombres, era una costumbre que se había generalizado en el colegio. “Pajarito”, por su afición a cazar avecillas, “yuca”, por la blancura de su piel, “zorro”, por su astucia y facilidad de salir de apuros, “valiente”, en contraste por su temor a todo, “hígado”, por su carácter irascible y reacción violenta, “Burro Grande”, por ser el de mayor estatura y su dificultad par asimilar las explicaciones del maestro; y así, una infinidad de apodos.
Casi nadie se enfadaba con su apodo, mas por el contrario escuchaban cuando se les llamaba de ese modo, pero también, el trato así era reciproco. Pasaron los años y mucha agua por debajo del puente; un buen día se supo la noticia que uno de aquellos estudiantes había sido nombrado Ministro de Agricultura en la capital de la República, en un momento que el país atravesaba situaciones muy difíciles, el gobierno decidió impulsar con fuerza la “Reforma Agraria”.
“Burro Grande”, por esos momentos se encontraba preocupado por la situación incierta de sus tierras, temeroso de que fueran confiscados, con la idea de perder todo o parte de su propiedad si la Reforma Agraria se aplicaría en su pueblo, decide viajar a la capital en busca de su colega y promoción con la finalidad de exponerle sus problemas y a la vez solicitarle su ayuda.
Ya en la secretaría del Ministerio, solicitó hablar con tan distinguido personaje; la señorita secretaria, muy atenta solicita al visitante que se identifique para anunciarlo con el Ministro, a lo que él contestó. –Señorita, por favor dígale usted solamente de parte de “Burro Grande”, estoy seguro que de mi nombre no se acordará. Extrañada y esbozando una leve sonrisa la secretaria comunica al Ministro que en la antesala se encuentra un señor solicitando una entrevista con su persona pero que no da su nombre, solo se limita a decir de parte de “Burro Grande”.Al escuchar esto, el Ministro se puso de pié y emocionado dijo:
– ¡Es mi paisano!, ¡Que pase por favor! El reencuentro del Ministro con el “Burro Grande”, fue muy cordial y ameno, recordaron aquellos momentos felices vividos en su juventud; y por su puesto prometió a su amigo apoyarlo en todo y solucionar sus problemas. El visitante se retiró muy contento, feliz, y orgulloso de haber sido conocido en su juventud como el “Burro Grande”.