Antigua Unión Soviética. 1980. Dos agentes del KGB, marxistas, ateos, y que nacieron y crecieron en el régimen soviético, son enviados en misión especial a China a fin de hacerse con una serie de secretos industriales de altísima relevancia.
Durante el traslado en avión, sufren un percance que les obliga a lanzarse en paracaídas sobre el Desierto del Gobi.
Como son dos excelentes agentes, entrenados en la supervivencia extrema y en las técnicas más agresivas de subsistencia, no sin mucha dificultad, consiguen sobrevivir, hasta que se topan con un oasis.
Tras los primeros momentos de emoción, y de darse un baño en las cristalinas aguas, uno de los dos, digamos que se llama Boris, encuentra, medio enterrado, un libro escrito en latín. Como buen agente del KGB, instruído en las más versátiles ciencias, se trata de un idioma que domina con fluidez. Seguramente se trata de un ejemplar perdido por alguna caravana de comerciantes. El caso es que lo abre y comienza la lectura. El libro tiene por nombre LA BIBLIA.
Mientras, el otro agente, digamos que se llama Iván, se tiende a descansar.
A la mañana siguiente, Iván se despierta y sorprende a Boris enfrascado en la lectura.
- No llevarás toda la noche leyendo, no, Boris?
- Pues la verdad es que si… este libro es la hostia!. Cuenta una historia que te cagas de buena, y unas aventuras del copón.
- A ver, dime de que va.
- Pues mira, por ejemplo. Una de las historias va de unos antiguos agentes del Mossad israelí que se enfrentan directamente con el ejército Egipcio. En un momento determinado, el jefe del escuadrón, que se llama Moisés, encabeza una misión en la que van a rescatar a unos prisioneros en Egipto. Con un equipo de hombres entran en el cuartel general del ejército, y tras haber acabado con varios militares con sus propias manos, y con la ayuda de un arma de destrucción masiva de pequeño tamaño que lleva en las manos Moisés (es una especie de cañón de ultrasonidos y de reducido tamaño, que es capaz de provocar los más asombrosos efectos físicos), liberan a los prisioneros y se dan a la fuga. En la huída, se topan de frente con el Mar Rojo, que les impide el paso y la escapatoria. Moisés solicita apoyo aéreo, y un Ala de la aviación Israelí despliega todo su armamento sobre un sector de la costa, logrando así un paso seguro para el escuadrón y los prisioneros. Pero ahí no acaba la cosa. Cuando Moisés y los suyos han logrado llegar al otro lado, y tienen al ejército Egipcio pisándoles los talones, enfoca el cañón portátil hacia las aguas, y éstas vuelven a su origen, atrapando a los egipcios, que mueren ahogados…
- Venga ya, Boris! Pero si eso es más fantástico que la vida extraterrestre…
- Pues si te llego a contar cómo viene escrito de verdad, me ibas a creer por los cojones!