Es uno de esos proyectos de mega-ingeniería que sorprenden por audaces. Que no se sabe si harán más mal que bien pero que pueden convertirse en un parche a los problemas que estamos creando. Si el Polo Norte va a perder su hielo, si su ecología entera puede perderse irreversible ¿sería razonable utilizar una presa para aislarlo e impedirlo?
El estrecho de Bering cierra el lado del Polo Norte orientado al Océano Pacífico. Es un estrecho con una anchura mínima de 64 kilómetros y una profundidad de entre 30 y 50 metros . Ha estado cerrado por causas naturales cuando el nivel de mar ha descendido lo suficiente lo que permitió la migración de humanos desde Asia a América.
La propuesta consiste en utilizar una presa para cerrar la entrada de agua caliente desde el Pacífico, modificar la circulación termohalina y así ayudar a mantener el hielo del Polo Norte. No solo eso, también ayudaría a preservar el permaforst, las enormes superficies de terreno helado situadas en Canadá y Siberia. Gracias a ello se reducirían las emisiones de metano que su fusión esta provocando.
El estrecho de Bering con las pequeñas islas Diómedes y, al sur, la isla San Lorenzo (SLI). Las curvas de profundidad indican las zonas menos profundas. Fuente: Instituto Oceanográfico Woods Hole
Mantener el hielo sobre el Polo Norte implica controlar tres factores fundamentales. La temperatura del agua, los flujos de entrada y salida y la salinidad de la misma. Estos tres factores ajustan la formación del hielo y, cambiándolos, es posible aumentar o reducir su formación. El estudio, denominado la Encrucijada Diómedes, analiza tres posibles alternativas. Las dos primeras se apoyan en las islas Diómedes, dos pequeñas islas situadas en el centro del estrecho de Bering. La primera implicaría un cierre completo, en la segunda el cierre sería parcial para permitir la entrada de agua de baja salinidad proveniente de las costas. Una solución alternativa es utilizar como base la isla de San Lorenzo para crear una barrera mas alejada del estrecho y aumentar el flujo de agua dulce proveniente de Alaska. A cambio, la barrera debería ser mucho mas larga y cara. Naturalmente el cierre no sería completo. Toda la fachada Atlántica quedaría abierta. Sin embargo, los cálculos indican que el cambio sería suficiente para frenar el calentamiento de la zona e invertir la reducción del hielo.
La propuesta es técnicamente posible aunque extraordinariamente difícil y tremendamente cara. Existen sistemas de barreras mas largos como los utilizados para defender las costas de Holanda. También presas con mayor altura. Otra cosa son los problemas políticos ¿quien tendría derecho a decidir sobre esta obra? ¿Y quien aportaría los recursos para pagarlo?
Como argumentos en contra también hay que recordar los riesgos de jugar con una naturaleza que no comprendemos del todo o las dudas sobre su impacto a largo plazo. Pero es posible que la principal oposición venga de cálculos puramente económicos. Y no por los costes de construcción. La reducción del hielo ha multiplicado las expectativas de desarrollo en los países cercanos. Se ha iniciado una auténtica carrera para reclamar más y mas territorio en las aguas del Polo Norte y explotar sus reservas de petróleo y minerales. La ausencia de hielo también permitiría abrir nuevas rutas marítimas ahorrando semanas de viaje y favoreciendo las exportaciones chinas y japonesas a Europa. Frente a esos beneficios, ¿quien se preocupa de unos pocos osos polares? Probablemente este proyecto tendrá el mismo destino que la propuesta presa de Gibraltar.
Fuente:
Una presa para salvar al Polo Norte