Las plantas no solo necesitan luz solar. Precisan agua y nutrientes que extraen a través de sus raíces. Bueno, no todas. Hay algunas que prescinden de las raíces para buscar su alimento directamente en el aire.
Si eres una planta y vives dentro de un bosque tienes un par de necesidades casi contradictorias. En primer lugar, necesitas luz solar para realizar la fotosíntesis. Pero también necesitas estar cerca del suelo de donde extraes agua y nutrientes. Si decides crecer para garantizarte la luz solar necesitas más energía para subir el agua hasta las hojas donde se realiza la fotosíntesis. Y no estas sola. Otras muchas plantas crecen contigo y sus hojas pueden taparte. Enfrentada a estos dilemas tienes tres opciones. Puedes crecer más alto y más rápido, como haría un árbol. Puedes conformarte con menos luz solar y vivir bajo la sombra de otros, como haría un humilde arbusto. O bien puedes saltar sobre los árboles, vivir en sus copas y colgarte de su tronco como haría una planta epifitita.
No las critiquemos tan rápido. Una epifita no es un parásito. No roba comida del árbol ni intenta perjudicarlo. Como mucho puede hundir una rama con su peso, aunque no le conviene así que intentará evitarlo. Simplemente se apoya en el árbol para llegar mejor hasta el sol. Y, de paso, para evitar que algún animales herbívoro intente comérsela. Pero, si no es un parásito, ¿de donde saca el agua y los otros nutrientes?
Sus nutrientes llegan con el viento. El agua en forma de humedad o de lluvia y los minerales como partículas arrastradas que caen sobre la planta. Para retenerlos, las plantas epifititas han desarrollado toda una serie de formas especiales como escamas, copas y raíces aéreas como las que aparecen en la imagen.
Imagen: Ejemplo de epifita, en este caso una orquídea. Fuente: Wikipedia
También se denominan epifitas otros seres vivos distintos de las plantas. Como los líquenes, una unión simbiótica entre un hongo y un alga. Dado que no obtienen recursos unas raíces son capaces de crecer sobre pura roca.
Y como sucede en otros muchos campos, la tecnología comienza a imitar a la naturaleza. Los cultivos aeropónicos utilizan soportes de plástico para sujetar plantas como tomates o lechugas. Por la parte inferior, unos aspersores pulverizan una fina niebla de nutrientes sobre las raíces que cuelgan desprovistas de tierra. No solo se evitan enfermedades y plagas. También se elimina el impacto ambiental de los fertilizantes y pesticidas utilizados por la agricultura intensiva sobre el suelo.
Fuente:
Viviendo del aire