Medico novato

El abnegado esposo de , llevaba siempre en su cartera un retrato de su feroz consorte. Una compañera de oficina le preguntó por qué. Explicó el pequeño señor: “Cuando tengo un problema veo el retrato de mi esposa, y el problema, por grande y difícil que sea, desaparece al punto”. “¡Qué bonito!” -se emociona la compañera. “Así es -prosigue -. Veo el retrato de mi esposa y me digo: ‘¿Qué problema puede ser mayor que éste?’”
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Tarzán llegó a su casa de la selva en horas de la madrugada. Jane, furiosa, le hizo una escena, y luego se puso en huelga de piernas cruzadas. Día tras día éste le suplicaba que accediera a sus demandas amorosas, pero Jane se mantenía en su empecinamiento riguroso. Una noche, Tarzán le puso a Jane un ultimátum. “Si esta noche no me das lo que te pido -le dijo terminante-, me iré a una casa de chitas”.
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Tontin le dice a su mujer: “Estoy muy preocupado y muy molesto. En la oficina el jefe dijo que soy medio pendejo”. “No te inquietes -lo tranquiliza la señora-. Dice eso porque sólo te conoce a medias”

La señorita soltera, fue a una fiesta. Ahí un trovador cantó con mucho sentimiento aquello de: “Tengo un pájaro azul...”. “¡Pobrecillo! -exclama compadecida la señorita Ha de ser falta de circulación”.
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Un viejo , iba a casarse con una, mujer en flor de edad. A fin de fortalecerse para el trance nupcial fue con un médico, y éste le aplicó una serie de inyecciones de glándulas de mono. La noche de las bodas, preocupado, el facultativo llamó a la habitación de los novios a ver cómo iba el evento . Le preguntó a la novia: “¿Dio resultado el tratamiento a base de glándulas de mono?”. Contesta la recién casada: “Lo sabré cuando mi marido deje de echar maromas en la alfombra y de columpiarse en el candil del cuarto”.

El pirata Morgan -parche en un ojo, pata de palo, agudo gancho en lugar de mano izquierda- iba por una playa con su esposa. Andaba ahí una hermosa chica con las bubis y las pompis llenas de arañazos. Nervioso le dice el pirata a su mujer, que lo veía con mirada de interrogación: “¡Te juro que no la conozco!”.
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Un señor de edad madura, hacía un viaje en automóvil, y llegó a un pequeño pueblo. Fue al único hotel que había en el lugar, y pidió una habitación. El botones lo condujo a su cuarto y le dijo en voz baja con tono de complicidad: “Señor: si usted quiere le puedo conseguir algo para que pase la noche más a gusto”. “Me parece excelente idea . Tráeme una al tiempo”. El muchacho se desconcierta. “Hablo de chavas, señor, no de cheves”. “Yo también hablo de chavas -replica el señor-. Tráeme una al tiempo. Si me la traes helada no la podré calentar, y si me la traes caliente no la podré enfriar”...

El, valiente explorador, iba por una región desconocida de África donde la mano del hombre jamás había puesto el pie. De pronto fue acometido por un elefante le disparó con su potente Magnum, pero falló el tiro. El elefante lo derribó, y lo iba a matar con un terrible pisotón. En eso apareció una banda de nativos que con sus gritos espantaron al formidable paquidermo, el cual huyó asustado. El explorador se puso en pie, lleno de susto, y les dio las gracias a los aborígenes. “¡Me han salvado la vida, amigos míos!” -les dijo conmovido. Responde el que dirigía a los salvajes: “Teníamos que hacerlo. No nos gusta la carne molida”

Doctor, doctor, tengo un problema. Dígame es que tengo un guevo mas grande que el otro…a ver, enséñemelos no, que se ríe de mi que nooo, enséñemelos bueno, pero no se ría El paciente se baja los pantalones y le enseña un guevo como un balón de fútbol. El médico suelta una carcajada por lo bajo y el paciente dice: ahora no le enseño el grande.
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Doctor a paciente: “Tu estas muy enfermo” Paciente: “¿Puedo tener una segunda opinión” Doctor?: “Sí, claro..... tú eres muy feo también”
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Doctor, mis ronquidos son demasiado fuertes. ¿Mucho? Sí, muchísimo. ¿Y le molestan a su esposa? No estoy casado Doctor, vivo solo. Bueno, entonces no veo que eso sea problema., ¿Que no es un problema? ¡Me han corrido de seis trabajos por ello!
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¿Doctor que tengo? Tiene usted soriasis. Pero si yo nunca he estado en Soria. Y dice el doctor: Y yo nunca he estado en Toluca y mire que chorizo tengo.
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Un hombre entra al consultorio del psiquiatra, y éste le pregunta: Para hacerle un diagnóstico necesito conocer sus problemas. Por favor, cuénteme desde el principio. El paciente responde: Muy bien. Al principio yo creé el cielo y la tierra.
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Doctor, tengo un problema. Mi mujer me esta engañando con otro hombre y no me crecen los cuernos. El doctor estupefacto le dice: ¡Pero lo de cuernos es un decir! Realmente los cuernos no crecen. El hombre responde:
¡Qué alivio, doctor! Yo creía que me faltaba calcio.
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Una mujer va al psicólogo: Doctor, tengo complejo de fea. ¿Complejo solamente…?
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Doctor, tengo unos ataques de tos terribles. Entonces, tómese una dosis doble de este laxante. ¿Laxante? ¿Eso me va a calmar la tos? No, pero verá como no se atreverá a toser.
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Javier y Pablo eran dos hermanos ricos y malvados. Cuando Pablo murió, Javier le entregó al Sacerdote de la Iglesia un cuantioso cheque para que mandara a construir un nuevo templo a todo lujo, poniéndole sólo una condición: Que en el oficio fúnebre diga que mi hermano era un santo. El sacerdote accedió y recibió el dinero. En la ceremonia fúnebre, subió al pulpito y declaró: Pablo era un hombre malvado, que engañaba a su mujer, y traicionaba a sus amigos, pero comparado con Javier, era un santo.
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Un mexicano, un chino, un alemán y un francés y se reúnen para decir las cosas más importantes de su país, y comienza el chino: yo tengo la muralla más grande del mundo. Luego pasa el francés: yo tengo los jardines más bellos del mundo. Luego pasa el alemán diciendo: yo tengo los banderines más esplendidos. En eso pasa el mexicano diciendo: yo tengo un perro. Y todos se ríen él y le preguntan que hacía ese perro, y él dice: salta la muralla, caga en el jardín y se limpia el culo con el banderín.
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A la niña le habían bajado la regla por primera vez y va con su abuelo: ¡Abuelooo! mira que me ha pasado y el abuelo contesta: Eh! vete con Clara que ella entiende de eso. Va con Clara: ¡Claraaa! mira lo que me ha pasado Responde Clara: vete donde Pedro que seguro que sabe porque yo de cintura para abajo no se nada Va donde Pedro: ¡Pedrooo! Mira que me ha pasado. Pedro levanta la falda y ve todo lleno de sangre y dice: ¡Carajo! pero Heidi como no vas a sangrar ¡Si te han cortado los huevos!
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Querido Diario: Hoy comencé a hacer dieta. Tengo que bajar 8 kilos. Hoy me comí un pedazo de queso, un tazón de cereales y mucha ensalada. Todo maravilloso, mejor que nunca. Estoy segura que esos kilos se irán rápido. Segundo día: Tengo un leve dolor de cabeza, pero deben ser los cambios a una buena alimentación. Hoy comí otro pedazo de queso y más ensalada. Para mí es más que suficiente. Tercer día: En la madrugada me levanté por un gran ruido. ¡Era mi estómago! Me tomé un litro de té de manzanilla. Estuve meando toda la noche. Nota: eliminar el té. Cuarto día: Comienzo a odiar la ensalada. Me siento como una vaca mascando pasto. ¡Sólo me falta mugir! Ya me siento irritada, pero creo que es cuestión de tiempo. Quinto día: ¡Juro por mi vida que si vuelvo a ver una ensalada mato a alguien! Sexto día: Anoche soñé con el pollo que tanto deseo comer. Séptimo día: La ensalada del almuerzo parecía reírse en mi cara. Octavo día: Fui al médico y apenas he perdido 250 gramos. El dice que es normal a mi edad. ¡Me llamó gorda y vieja el muy imbécil! Noveno día: Volví a soñar con el pollo, pero esta vez bailaba la danza del vientre. Décimo día: ¡Las flacas son unas idotas! ¡Dejo la dieta! Y el pollo que ya tanto odio me lo terminé comiendo.
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