Marea Negra del Prestige - 2002

Las pequeñas calas y entrantes de la costa.
El mar es la mayor riqueza ecológica del planeta. El 13 de Noviembre de 2002 comenzó el accidente del petrolero Prestige que acabó con su hundimiento cinco días más tarde. Las
40.000 toneladas de fuel pesado vertidas han asfaltado 600 km. de costa gallega y afectado a 1.500 km más de la costa asturiana, cántabra y vasca. Este vertido también amenaza a las costas francesas y portuguesas.
La recuperación de las costa tardará años. 15.000 familias que viven directamente del mar en las zonas afectadas se han quedado sin su medio de vida y otras miles ya han visto afectada su supervivencia. Las tareas de limpieza tardarán meses la recuperación hasta su estado inicial años. Además, las 37.000 toneladas restantes hundidas a 3.800 metros de profundidad son una
bomba ecológica que dejará sentir sus efectos durante decenios dadas las improbables opciones para su recuperación del fondo del mar.
Galicia On Line ha realizado una de las mejores recopilaciones de información sobre el tema. Visítala haciendo
click aquí.
Matente informado de las últimas noticias y accede a toda la
documentación sobre el accidente en:
Le Cedre - Centro de investigación sobre polución marina en Francia. Los mejores datos y toda la información científica.
Xunta de Galicia - Noticias oficiales sobre el tema.
Centro de Control del Medio Marino - Toda la información oficial al instante sobre evolución y estado de la marea negra.
Casa de los Peces - Información del Aquarium de La Coruña sobre el hundimiento.
La Voz de Galicia - Impresionante despliegue informativo y gráfico el realizado por este periódico.
Durante el fin de semana del 5 al 8 de Diciembre más de
10.000 voluntarios llegados de toda la geografía española arribaron a las costas gallegas para colaborar con las tareas de limpieza.
Participa e infórmate de como hacerlo en:
SEO/Birdlife - Sociedad Española de Ornitología: Su ocupación es el control y recuperación de las aves afectadas.
WWF/Adena - ONG de protección de la naturaleza.
La nefasta actuación de los gobiernos europeo, español y gallego ha generado una protesta cívica de dimensiones desconocidas:
BurlaNegra - Plataforma de reinvindicación ciudadana.
Me gustaría que leyeses el artículo que Jaime Capmany titulado "La hermosa gente" dedicado a esta catástrofe y que ABC publicó el pasado 05/12/2002. Comienza así:
"GALICIA es tierra de buena gente. Los gallegos son laboriosos y pacientes, hechos a la adversidad y al abandono. Son guardosos, quizá porque saben que siempre puede venir un tiempo peor, pero hospitalarios y liberales. Cuando les llega el infortunio, se quejan dulcemente, con tristeza sin ira, como si estuviesen recitando versos de la tierna y quejosa Rosalía.
La hermosa gente de Galicia sufre hoy una desgracia enorme y terrible como una maldición bíblica. Miles y miles de familias miran cómo esa mancha múltiple, negra y viscosa del fuel invade sus costas, asola sus playas, arruina los caladeros, asesina el marisco, empobrece sus rías, acaba con su repartida y trabajosa riqueza y ciega, quizá para años, su medio de vida. Desde Finisterre a Portugal, todo el litoral de Galicia es ya la Costa de la Muerte.
Son pocos los que gritan e increpan. La desesperación y la ruina son grandes, pero la cólera es poca. La hermosa gente de Galicia, la extensa mayoría de los gallegos golpeados por el desastre de la mar convertida en lava negra y amenazante se aplican a tratar de aliviar las consecuencias catastróficas con más terquedad que medios, con empecinamiento emocionante. Hace llorar a las piedras el espectáculo de esos marineros, hombres duros de la mar, mariscadores o percebeiros de espaldas azotadas por el látigo del oleaje sacar de las aguas ennegrecidas la masa pestífera, pegajosa y letal del petróleo que llega empujado implacablemente por un viento contrario, que sopla del mar a tierra, maldito soplo. La sacan con redes, con palas, con sus propias manos, como si le arrancaran pedazos a la Muerte, en una lucha desigual y en un esfuerzo que solamente porque es infatigable y multiplicado puede alentar la esperanza de ganar la batalla.
De vez en cuando, alguno alza la voz para señalar culpas y para exigir los medios de que no disponen, pero los demás escuchan esos desahogos en silencio y siguen trabajando. Llegan los barquitos a puerto cargados de negrura, vacían la mortífera carga y vuelven a la mar para volver a cargar. Digo que hace llorar a las piedras mirar ese empeño porque parecen niños que quisieran acabar con el mar sacándolo a puñados.
No sé si los gobernantes, los políticos, los españoles todos, desde Finisterre a Gata y desde Creus a San Vicente, han hecho -hemos hecho- todo lo que podíamos y debíamos hacer para mitigar la amenaza de ruina y hambre que se cierne sobre aquella hermosa gente de Galicia. Yo tampoco quiero aquí alzarme a señalar culpables apresuradamente y volver mi tristeza en improperios.
Quiero, sí, pedir a todos ayuda y solidaridad con Galicia, esa Galicia tantas veces olvidada y desasistida de los gobiernos y de las demás regiones o comunidades de España, precisamente porque sus habitantes no se encrespan, no se encolerizan, no hieren o matan para pedir más de lo que sea, y apenas se quejan. Esas gentes que son laboriosas y pacientes, guardosas y hospitalarias; gentes que cuando se lamentan del infortunio lo hacen como si recitaran dulcemente los versos de la tierna Rosalía.