El sacristán alcohólico

Era canónico acólito,
un sacristán alcohólico
por el sacro mosto etílico
que, por deber apostólico,
se guardaba bajo el púlpito.
El obispo, en tono crítico,
le acusó de acto satánico.
El sacristán espasmódico
por el reproche estrambótico,
privado ya de su tónico,
frenético, asaz vandálico,
en el frasquito litúrgico,
disolvió un purgante enérgico
que compró a un farmacéutico,
aduciendo que era estítico,
a escondidas del colérico
vicario guía eucarístico.
Después del ritual cántico,
bebe el cura del grial bíblico.
Inclinado y catatónico,
hostia en mano y cadavérico,
por el apremio del cólico
en su intestino volcánico,
culmina el culto evangélico
con un trueno apocalíptico,
cubriendo el recinto místico
de viscoso betún séptico
y a todo el rebaño católico,
atónito y cataléptico,
de intenso aroma sulfúrico.
Fuente: El sacristán alcohólico