De la introspección

Silencio. oscila el vegetal, el papagayo grita, la nube se levanta, todo lo capta mi mente y lo siente mi corazón: el hambre, la guerra, la muerte súbita… la añoranza. Sentir. Amada palabra que transmite sosiego. Sentimiento, sensibilidad… mundo sensible. A veces, muévese entre el ser real y el ficticio. Vivir no sólo fuera de sí, sino también dentro de uno, es norma fundamental; porque adentrándonos en lejanas orillas de luz, ensanchamos nuestro espíritu, nuestra necesaria percepción, y sintonizamos con la vasta realidad que configura nuestro universo. La introspección, la percepción de uno mismo, cuán indispensable es en este y en todos los mundos posibles. Es necesario otrarse para valorar la dimensión y cualidades de lo existente. Alguien, añadiría: “Y pasar una temporada en el Infierno”. El orden de lo vivo nos impulsa a aguzar, a explorar con mayor penetración todo lo que nos rodea, tan complejo y cambiante. El individuo, a veces, inconstante, inconsecuente, alejado del fundamento de la vida, olvida su verdadero sentido, el porqué de su existencia junto a otros de su especie. Ahí comienza a reinar el desasosiego, a sentirse desapegado del mundo, dando rienda suelta a la desnaturalización. Y se siente un funesta congelación del espíritu. Juan-José Reyes Ríos Extracto del poemario “Fábula y poesía”. Web: http://www.galeon.com/jjreyesrios