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Marcela y Carlos

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José Ramón Muñiz Álvarez

"MARCELA Y CARLOS"

(JUGUETE CÓMICO

BREVÍSIMO)

 

MARCELA, mientras CARLOS, su marido, permanece en silencio, canta un hermoso villancico, mientras lava ropa en el interior de la casa:

 

MARCELA-.Se van ya los montañeros
nuevamente a las montañas,
yéndose a las viejas brañas
por los estrechos senderos.
Los rebaños por linderos
inhóspitos han pasado
cuando, el invierno acabado,
llega el sol con sus calores,
que es cuando todo son flores
y crece el pasto apropiado.
Los montañeros caminan
hacia las altas montañas,
que tienen allí sus brañas
y su ganado examinan.
Por las sendas que se empinan
van llevando a su ganado,
cuando, el invierno acabado,
llega el sol con sus calores,
que es cuando todo son flores
y crece el pasto apropiado.

 

Ruido de lluvia. CARLOS, dirigiéndose a la ventana, mira con paciencia y desesperación.

 

MARCELA-. Siento la voz del aliento
del viento que alegre vuela
y el granizo, cuando hiela
y llega del firmamento.
CARLOS-. Siempre es quitarnos contento
lo que las lluvias pretenden:
tan pronto su furia encienden
como cesan repentinas.
MARCELA-. Raras cosas imaginas,
CARLOS-. Materias que otros no entienden.
No se ve la luz del día
y la lluvia es abundante:
para a pensar un instante
lo que trajo la sequía.
MARCELA-. Pensarlo me deja fría…
¿No se secaron los prados,
no murieron los ganados
y hubo quien lo perdió todo?
CARLOS-. Si seguimos de este modo,
nos veremos desterrados.
MARCELA-. Mas tú has pagado los pechos
a don Beltrán, tu señor.
CARLOS-. Grande nos hizo el favor,
a pesar de sus derechos:
se secaron los barbechos
y supo esperar dos meses.
MARCELA-. A veces son los reveses
terribles para el labriego.
Pero lo pagaste luego,
aunque fue con intereses.
CARLOS-. Los intereses, Marcela,
hay que saber arreglarlos.
MARCELA-. Pero bien lo hiciste, Carlos,
que es lo que más me consuela.
Y no niego que me duela
lo que le ocurrió a otras gentes:
con tantas deudas pendientes
se quedaron, pues, sin nada.
CARLOS-. Pues aguarda a la invernada,
que debemos ser prudentes.
Se pone la vida dura
para el infeliz villano,
para el siervo, el hortelano
y el labriego que se apura.
MARCELA-. Pero yo vivo segura
de que todo saldrá bien.
CARLOS-. Mientras los vientos estén
tan revueltos no lo creas.
Y ya sé que tú deseas
lo que yo mismo también.
Mas piensa que los señores,
aun con toda su nobleza,
sólo piensan en riqueza
y no hacen nunca favores.
Pues se saben los mejores,
como mejores que son,
nunca tienen corazón
con quien los campos trabaja,
porque come una migaja
solamente por ración.
Si después de lo ocurrido
el tiempo no mejorase,
haremos el equipaje,
dejaremos este nido.
MARCELA-. Tú no te des por vencido.
CARLOS-. Pero ¿qué se puede hacer?
Escúchame bien, mujer,
dicen que en Extremadura
no les es la vida dura
a los que saben qué hacer.
MARCELA-. Pero el moro está muy cerca.
CARLOS-. No es el moro lo peor.
Si hay que pagar a un señor,
mala cosa, y no seas terca.
Me han hablado de una alberca…
MARCELA-. ¿Quieres, entonces, partir?
CARLOS-. Mejorar quiero y vivir,
que aquí no tenemos vida.
MARCELA-. Pues yo no estoy decidida.
CARLOS-. No hay nada que decidir.
Si no va bien el invierno,
dejaremos esta zona,
puesto que nadie perdona
la deuda del desgobierno.
El corazón tengo tierno,
pero la vida endurece.
MARCELA-. Pues dime lo se ofrece
en esas tierras lejanas.
CARLOS-. Siempre discutes por ganas.
MARCELA-. Tu cabeza se enflaquece.
CARLOS-. En esas lejanas tierras
cuentan que mucho se lucha,
pero hazme caso y escucha:
no nos importa la guerra.
Una bonanza se encierra
en esos bellos lugares.
Dejaremos estos lares,
buscaremos otro abrigo,
pues allí cuento un amigo
que tiene dos muladares.

 

Concluye la discusión y ella vuelve a seguir lavando.

 

 

 

MARCELA-.Se van ya los montañeros
nuevamente a las montañas,
yéndose a las viejas brañas
por los estrechos senderos.
Los rebaños por linderos
inhóspitos han pasado
cuando, el invierno acabado,
llega el sol con sus calores,
que es cuando todo son flores
y crece el pasto apropiado.
Los montañeros caminan
hacia las altas montañas,
que tienen allí sus brañas
y su ganado examinan.
Por las sendas que se empinan
van llevando a su ganado,
cuando, el invierno acabado,
llega el sol con sus calores,
que es cuando todo son flores
y crece el pasto apropiado.

Telón


Fuente: Marcela y Carlos
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(4 votos: promedio 7 sobre 10)
Autor: Jose Ramon Muñiz Alvarez
01/11/2010
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