Es una de las poesias de su ultimo libro 'Pensamientos en voz alta'
Ya llega la primavera
y asoman tímidamente
las flores en la pradera,
y el arroyo transparente,
con sus encajes de seda,
le dice a la luna, vente
y seras mi compañera.
La luna que se miraba
en el arroyo cantando,
su cabellera ondulada
con flores se esta adornando,
y al canto de la alborada
los dos se estaban casando.
¿Te acuerdas, mi bella luna?,
le pregunta enamorado,
¿cuántas veces en mi espuma,
te subiste a caballo
y como ligera pluma
yo te llevaba gallardo?
Y soñando fantasías
en ti me miraba yo
y una troya de alegría
de mi amante corazón
vino a la memoria mía
y te cante con amor.
Y a eso del amanecer,
cuando las sombras son mudas,
tú me quisiste coger
las estrellas una a una
poniéndolas a mis pies
como una alfombra de plumas.
Y entre tanto amor sentido,
el agua de la tormenta
mi caudal había crecido
y en la espuma de mi cresta
convirtiéndome en un río
que a mi luna llevo a cuestas.
Gritando voy a las nubes,
a los luceros y estrellas
y a la nieve de las cumbres
lo que siento yo por ella
y este amor que a mí me infunde
mi pálida luna bella.
Yo la sigo donde va
caminado junto a ella
con su resplandor fugaz;
qué placer me causa verla
hasta que la claridad
me sume en la larga espera.
Pobre arroyo cristalino,
qué interminable es su día,
corriendo va su destino
con su febril melodía
y formando remolinos
besos a su luna envía.
Mi antorcha de la alegría,
lamparita solitaria,
ven pronto a mi compañía
para que seas mi guía
y así la corriente mía
no permanezca agitada.
Mirate, pálida luna,
en mis aguas transparentes
mientras yo engarzo una a una
todas las perlas de Oriente
y bañándote en mi espuma
pueda coronar tu frente.
Y así cuando nazca el día
y tu sonrisa se apague,
yo te veré todavía
aunque no te vea nadie,
que el resplandor que me envías
el cielo no es el culpable.