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AVE CELESTIAL

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Como no encuentro sección de 'Cuentos', pues... me atrevo a ponerlo en poesía...
Espero no desatar iras ajenas por esto...

El peso de los parpados lo invadió con la prisa de una marea negra.

Las cuencas de los ojos ardieron con el temblor del ácido que corroía el planeta, y un sol tan puro como la ira de Dios, amordazo sus espaldas, desnudas, abrazadas a la piel de su Eva, nacida de su costado y exiliada con el a la vera del infierno...
Eva, tiritaba de frío insolado, un ardor de maldecires le fraguaba la boca, y el la llevaba a cuestas, sobre su pecho, con sus largas piernas enredadas a su cintura. Ella, que eligió la maldición del amor al frívolo sabor del ángel caído en el desespero del cielo.
Ella le beso la boca.
El le humedeció con su saliva la lengua reseca e hinchada por un veneno que no nació del reptil condenado al polvo del suelo, sino al declive de una vida nacida a la gloria del infinito.
La desnudez del paraíso les pesaba, todavía, tanto como el fuego de la ira de Dios.
Ella, Eva, SU Eva, su ave celestial nacida del quebrar de sus costillas, se moría vieja y arrugada en sus brazos.
La hija del tiempo se la arrebataba en vida y el atravesaba el desierto del valle de la muerte, lejos y olvidado de Dios, cansado y vacío de promesas rotas y de una muerte que aun no le ahogaba la sed de la vida.

Camino hasta la vera de un río, río que las generaciones futuras denominarían Estigia, y al pie de una roca gris, burdo recuerdo de un altar profanado con la sangre de su propia progenie derramada por si misma, su Eva murio con un estertor ronco, nacido de una vida maldita parida de cara al dolor.
El se abrazo al cadáver, y allí mismo, entono un canto de lamento y agonía clamando al creador, espíritu aleteante sobre el rumor de las aguas.

Solo respondió el silencio del viento.

Y allí mismo,
su mano cubrió su viejo cuchillo de piedra.
Resonó un chasquido de desgarrar de carne, opacado por el susurro de un aire que no era el aliento de Dios.
La yugular vomito su sangre, y la piedra gris se tiño de rosa.

El, Adan, murió con su paloma entre los brazos.
La tumba rosada
aun pervive en el lozadal del mundo...

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Autor: Flavio M. Rodriguez
Enviado por webalia - 22/02/2009
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